Pedido de Yanggunlietie
Push the limit, are you with it?
Baby, don't be afraid.
Imma hurt you real good.
Let's go, it's my show.
Baby, do what I say.
I told ya, Imma hold you down until you're amazed.
Give it to you 'til you're screaming my name.You'll be fine, baby, I'm in control.
Take the pain, take the pleasure,
I'm the master of both.
Close your eyes, not your mind,
let me into your soul.
Imma work you 'til you're totally blown.Do you like what you see?
Let me entertain you 'till you scream.
No escaping when I start.
Once I'm in I own your heart.
There's no way you'll ring the alarm.
So hold on until it's over.Do you know what you got into?
Can you handle what I'm 'bout to do?
Cause it's about to get rough for you.
I'm here for your entertainment.Oh, I bet you thought that I was soft and sweet.
You thought an angel swept you off your feet.
Well, I'm about to turn up the heat.
I'm here for your entertainment.
Me hice a la idea de pasar aquella velada completamente sola por primera vez en mi vida. Un país lejano, un huso horario totalmente discordante, comida que no se correspondía con mis costumbres en esas fechas, en la televisión programas desconocidos que me costaba mucho seguir.
Pasé la tarde acicalándome, más por matar el tiempo y compadecerme de mí misma que otra cosa. Invertí extensos períodos martirizándome con mi físico en el reflejo que me devolvía el espejo, revolviéndome el estómago y trayendo consigo una sensación de perpetua nausea.
Observé y repudié cada milímetro de mi dermis: los kilos de más, las estrías en el vientre, las marcas de la piel, las cicatrices en las zonas que deberían estar destinadas a ser sugerentes y atractivas. Repasé cada complejo y maldije mi existencia.
Me encontraba donde quería, con quien quería, pero jamás manteniendo el tipo de relación que deseaba. Jamás sería capaz de tener algo así con nadie. Si cualquiera me encontraba desagradable, por fuerza nunca sería suficientemente buena para él, ni remotamente.
Dejé descansar la frente contra el ahora empañado cristal unos instantes antes de entrar en la bañera. Perdí la noción del tiempo y, cuando quise darme cuenta, ya eran las siete.
Me cepillé el pelo, repasé el láser –gracias al cielo se me había ocurrido gastarme el dinero en una de esas máquinas antes de venir a Seúl- y conecté el portátil a la televisión. Mientras cargaba comencé a vestirme. Me encontraba sentada en la cama, peleando con el par de medias, cuando el fondo de pantalla se proyectó en el televisor, enorme. Me prometí a mí misma cambiarlo aquella misma noche y pasar página de una maldita vez, me traía recuerdos peores de lo que me gustaría.
Era la foto que nos habíamos tomado todos juntos la noche de los BBMA, e irónicamente había captado nuestra situación con cruel realismo: a la izquierda mi mejor amiga, borracha y colgada de Jungkook y Jimin, también ebrios. Los tres parecían absolutamente felices y aparentaban estar pasando la mejor noche de su vida, copas en mano. Yoongi, colocado a la derecha de Jungkook, con cara de pocos amigos dirigía una mirada asesina al maknae, sabedor de lo que se avecinaba. Este cuadro lo dividía Namjoon, haciendo caso omiso a sus flancos, sonriendo a cámara mostrando el galardón recién adquirido. A su derecha estaba Hoseok, tirando de mi brazo entre risas, compitiendo con Jin que hacía lo propio hacia el lado contrario mientras yo dibujaba una mueca de circunstancia. Detrás de nosotros aparecía Tae; él no sonreía, solo mantenía la mirada perdida. Aquella noche no lo noté, estaba demasiado orgullosa y, más entrada la noche, demasiado cegada por los celos, herida y, para qué mentir, con un par de combinados encima, pero ahora era perfectamente capaz de jurar que estaba triste, inconmensurablemente triste. A estas alturas resultaría inútil preguntarle el por qué, ni él lo recordaría. Esta imagen resultaba un tríptico perfectamente delineado que resumía con inusitada imparcialidad la historia de nuestros últimos 10 meses en Seúl.