El olor a jengibre y chocolate caliente te atrajo irremediablemente a la cocina. No podías huir del dulce, era un hecho. No sabías que Jin acostumbrara a celebrar esas fechas, mientras que en tu casa era una tradición a la que no se podía faltar, por eso te sorprendió tanto reconocer esos aromas que tanto añorabas.
Dudaste si entrar o no, si era un detalle que quería tener contigo lo mejor sería no estropearlo y fingir que no te habías enterado de nada. Le escuchaste canturrear algún villancico en coreano y te costó contener la risa.
Te escabulliste antes de que se percatara de tu presencia, pero incapaz de sacarte la sonrisa de estúpida enamorada que se te había quedado grabada como a fuego.
Cerca de una media hora más tarde te llamó inocentemente desde el salón, donde había dispuesto sendas tazas de humeante cacao y una bandeja de hombres de jengibre y caramelo exquisitamente detallados. Te tendió un paquete, lo cual sí te pilló desprevenida de verdad.
-Feliz Navidad, mi amor.
Aún faltaban unos días para la Nochebuena, pero eso solo lo hacía más especial.
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Min Yoongi
Se sentó frente al piano mientras tú le observabas obnubilada desde el sofá y, sin mediar palabra, comenzó a tocar.
-Ser romántico no se te da bien, ¿cuántas veces acabas de llamarme idiota?
Rio en silencio, dándote la razón.
-Bueno, odio los villancicos, creo que así es mejor.
Se acercó con parsimonia antes de dejarse caer a tu lado en el sofá, recostándose y arrastrándote en un abrazo de oso -más habituales en él de lo que esperabas-.
-No lo digo a menudo, pero sabes que te quiero, ¿verdad?
Asentiste en silencio, lo sabías de sobra, pero oírselo decir era aún mejor.Encendió la tele y rebuscó en vuestra colección hasta encontrar tu película navideña favorita, la indispensable, la que sabía que veías una y otra vez en esas fechas religiosamente: Love Actually.
-Pero, Yoongi, odias estas películas.
-No es cierto, no las odio, simplemente verlas solo es un poco penoso, pero ahora te tengo de excusa. Pienso seguir diciendo que me has obligado.
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