Alaris dio una patada a la puerta de la choza para encontrarse a Navill con dos prostitutas sobre sus piernas, los tres dieron un brinco al verla. Dando largas zancadas llegó y empujó a las mujeres para poner su daga en el cuello del guerrero, con esto y entre gritos ellas huyeron.
—¡¿Te volviste loca?!—gritó Nav furioso y confundido.
—Me viste la cara de estúpida por última vez—escupió con sorna—. Fui enviada diariamente al mercado por ti, a la misma hora, al mismo puesto, esperando a que yo los viera, malnacido. Pregunté a las tenderas y me dijeron que Dreven y su «hija» pasan por allí todos los días.
—Escúchame—susurró pálido, en tono conciliador—, no sé de qué hablas... yo sólo llegué a un acuerdo con Calem; no podía traer a mis amigas contigo aquí, así que él me dio la idea, si te podía sacar de la casa y mantenerte lejos y ocupada, yo podría... yo...
—¿Traer prostitutas? —masculló con repulsión. Navill asintió.
—Pensé que él quería lo mismo, pero siempre se sale de la choza cuando las traigo, no ha querido estar con ninguna, no sé por qué aceptó el trato si no era para follar.
Alaris oprimió más el cuchillo contra su pescuezo, entendiendo muchísimo mejor, sintiéndose de nuevo como la más grande estúpida por haber siquiera confiado en Calem.
Eso iba a acabar ahora.
—Como vuelvas a hacer algo parecido te mato—lo soltó de golpe—¡¿Dónde está?!
—A-atrás—hecha una tormenta atravesó la choza, armándose de una espada antes de llegar a la parte trasera. Calem estaba sentado en un árbol caído, tallando madera. Se plantó ante él con los puños apretados. Su corazón latía frenético.
—Me enviaste sí o no todos estos días al mercado a propósito—anunció con la más brava dureza.
Él levantó el rostro, tan calmado que parecía aburrido.
—Eso depende de lo que hayas visto—Alaris cerró los ojos para no saltarle encima y destrozarle la cara, entendiendo—. Tomaré tu reacción como afirmación a mis dudas.
—¡¿Sabías o no que Erelynn estaba viva?!—aulló tan alto que la voz le salió chillona.
Sí, lo había confirmado luego de seguirlos y preguntar a medio lugar por esa basura.
Resultaba que Dreven había abandonado Nanén casi al mismo tiempo que ellos hacia tres años. Tras algunas lunas, regresó al lugar con un bebé de unos hermosos ojos verdes, dijo a sus allegados que su mujer (una viuda que conoció en una aldea lejana) había fallecido al dar a luz, heredándole sus arcas.
Ahora vivía lleno de lujos con su hija Beilyn.
Alaris no podía estar más llevada por los demonios.
—Nunca me preguntaste directamente.
—¡Porque era imposible! —gritó enseñando los dientes cual perro, herida por su actitud fría—Sabías lo mucho que me dolía ¡¿Cómo iba a pensar siquiera en esa posibilidad?!
—Bueno, tus sospechas son ciertas, te he hecho ir allí porque es el camino que Dreven usa siempre.
De un movimiento ágil, Alaris levantó la espada, pegándola sin deje de temblor en el cuello de Calem. Se miraron en un desafiante choque que le erizó la piel.
Esperó a que me diera cuenta, hasta tuvo tiempo de planear qué decir en este momento.
—Acabas de delatarte; hablas de él con mucha familiaridad ¿No? lo que me lleva a pensar que ¡Siempre supiste que ese hijo de puta la tenía!
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El fervor del Príncipe|COMPLETA|
Lãng mạnAlaris está tan devastada que en un arranque de locura terminó revolcándose salvajemente con quién juró matar, el asesino de su hermana: Calem Velzar. Acusada de alta traición por Erenn, no le queda más remedio que escapar de la muerte con el Prínci...