16. La diosa sol.

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Aquí comienza el maratón por el que votaron en instagram, mamasitas :D ojalá les guste. En una hora subiré el siguiente capítulo, y en otra hora el que sigue.

Espero que les guste.

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Pasaron una luna entre el océano fortuito, esperando, viendo en el horizonte como el golpe se acercaba. Una mañana helada y cubierta por el azul, Beata salió de cubierta, caminando con lentitud, poseída por la alegría, sonrió como hacía mucho no era capaz. Las lágrimas llenaron sus ojos porque era el mismo puerto donde Erenn se había vuelto enteramente suyo, el lugar en el que hacía tiempo había saltado y nadado para regresar a él.

De nuevo nadé con todas mis fuerzas hacia Erenn.

Pero bajó la cabeza, opacada un poco por la desilusión.

Quisiera que al menos una vez, él hubiera venido por mí. Nunca se indignó tanto por eso, hasta que supo de su nueva esposa. Observó el puerto inhalando el fresco aire mientras su cabello se sacudía en distintas direcciones, tranquila, decaída, pero armada.

—Hola de nuevo, Beata.

Y pensó en sí misma durante el momento en que salió del agua para encarar a Erenn.

No sintió cuando Crisa le puso la mano en el hombro, mirando también a la ciudad portuaria de Leosen.

—Me temo que tendremos el infortunio de visitar a mi maldito esposo...

❃❃❃❃❃

—Majestad, me da mucha curiosidad que no hayas hecho una ceremonia mortuoria para la pequeña Alaris—decía Shem sentado frente al guerrero, que, en su suntuosa y elegante habitación, se dedicaba a leer con atención unos papiros—¿De verdad está muerta?

—Era una guerrera impecable—decía Erenn sin apartar la vista de los informes del reino—, pero, el amor la volvió ingenua. Al final no la entrené tan bien como pensé. Claro que murió.

Shem enarcó la ceja.

—¿Fuiste capaz de matar a tu hija? La señora Beata la amaba—Erenn sonrió mirándolo con fastidio.

—Mi hija está durmiendo en sus aposentos. Me sorprende Shem, ¿Piensas que me tiemblan las manos para asesinar?

—Jamás, majestad; el único perdón para una traición es que te entreguen su vida—Shem sonrió—. Siempre me ha agradado tu ley, solo que Alaris significaba más.

—Fue una tonta malagradecida—murmuró Erenn volviendo a su lectura.

Shem asintió levemente, mirando el horizonte por la ventana a su lado, con la angustia de todos los días.

Era como estar esperando una tormenta de arena, podría aparecer en cualquier momento, y para entonces, debería haber logrado controlar a Erenn. Ahora que había buscado en cada esquina del palacio y asegurado que la zorra violenta y enana sí estaba muerta, no había nadie que pudiera protegerlo.

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Una luna y media después.

Beata corría entre las personas del bazar siendo inquebrantablemente feliz, hacia el palacio. Era bañada por el sol que tanto odió y el viento la envolvía con un mimo que percibió como bienaventuradas bienvenidas. Estaba cubierta de muchas telas marfil, un velo tapaba su rostro.

Addana era el reino ensangrentado y violento que había detestado, pero ahora poseía un profundo apego por esta tierra suya de amarillos paisajes, de cruenta gloria. Sonrió, feliz como muy pocos podrían entender, era sentir que le devolvían algo tan importante como sus ojos, era recuperarse, conocer a su hija, enamorarse de nuevo.

El fervor del Príncipe|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora