33. El corazón de un amante roto

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La noche anterior

¡El cuerpo! ¡Lo perdí!

La oscuridad y la corriente solo hicieron desorientar más a Alaris, que estaba intentando no golpearse demasiado contra las rocas o tragar la menor cantidad de agua, pero con el impacto de la situación, le costaba todo.

Emergió mirando alrededor, los árboles frondosos, la naturaleza del rio acogiéndola, y fue atacada por cada recuerdo, Calem, Beata matando a Erenn, la gente quemándose viva.

—¡Ahí viene otro!—gritaron adelante. De repente, unas manos la sacaron del agua, por el lado derecho, justo en la zona del rio donde la corriente se volvía tranquila. Ella alcanzó a ver una red de pescar puesta de lado al lado dentro del agua.

Empezó a darles puñetazos a los dos hombres en medio de la oscuridad, gritando y tratando de librarse.

—¡Cállate, cállate que nos matan!—casi llorando de alivio se detuvo para mirarlos.

—¡Mis idiotas!—los abrazó bruscamente. Wei y Daster le devolvieron el abrazo, los tres, temblaban de desconcierto y miedo.

—Mi hermana de armas, gracias a los dioses. 

—Menos mal también atrapamos al jefe con la red—Alaris se separó al instante, buscando el cuerpo de Erenn, que, detrás de ambos hombres, se hallaba en la orilla del rio. Ella llegó hasta él con dificultad y hecha una niña temerosa.

Lo primero que hizo fue revisarle el pulso.

Llorando de alivio le dio un beso en la frente, con la esperanza y la felicidad llenándola al decir:

—Gracias por no abandonarme aun—pero no se podía confiar, él necesitaba cuidados... ella igual. Posó la mano en su seno, que le escocía de dolor—N-no lo entiendo. Un hombre degollado ya hubiera muerto.

—¡¿Qué?!—Wei llegó como un rayo hasta Erenn y revisó su cuello con terror—Sí hay sangrado, pero, no está degollado.

Wei vendó el cuello de Erenn con un pedazo de su camisa.

—¡Yo vi a Beata hacerlo!—y gritarlo le causó más dolor.

—¡¿Qué?!—gritaron los dos guerreros. Daster ya había llegado a chismear el cuerpo de Erenn—¡Está respirando! ¿Cómo que la señora Beata lo atacó?

—Alaris—dijo Wei ceñudo—esta es una acusación peligrosa. La señora jamás lo atacaría.

Ella misma revisó el cuello de Erenn; había en realidad dos cortadas, una por la clavícula y otra en la mandíbula, no había tocado el cuello en la zona mortal.

—Es la herida de muerte más mal hecha que he visto en mi vida—dijo secándose el llanto—. Tan tonta como siempre, Beata. Y ustedes, ¡¿Qué mierda pasó?!

Se envolvía un pedazo de trapo de tal forma que le aplastara el seno herido mientras Wei y Daster revisaban el abdomen de Erenn.

—Están masacrando la ciudad. Nos dimos cuenta tarde. No sé cómo, pero liquidaron a la guardia real, no sé en dónde están los guerreros...

Los tres se miraron decaídos.

—Mientras nuestro rey viva, no estamos derrotados. Hay que salir de esta ciudad—intentó ella dar moral—¡Él necesita curarse!

—Está sitiada. El ejército invasor anda por cualquier parte, en las salidas; nos quedamos aquí sabiendo que el rio era el único escape de ustedes, esperábamos que Erenn o la señora Beata dieran una solución...

—Lo que sucedió—dijo la guerrera con la mirada en el suelo—es que Calem hizo esto, trajo al padre de Beata, a su ejército, y Beata vendió a Erenn para salir viva, todos lo creen muerto porque ella lo atacó traicioneramente. Como ahora Calem es el "ultimo" Velzar, la corona es suya. Beata ya no es nada nuestro.

El fervor del Príncipe|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora