—¡Fue ella, papi! —exclamó Muraena señalando a Alaris, que se puso lentamente en pie con espada y látigo en mano. Erenn dejó su espada sobre el hombro, sonriendo con sorna—¡Ella me golpeó, cortó mi cabello y quiso matarme! ¡Y este infame la ha estado protegiendo!
Ruslan tomó aire, Alaris no entendía bien si estaba ofendido o solo desinteresado genuinamente por su hija.
—Quiero saber por qué está siendo esta criminal recompensada así—la guerrera lo vio a los ojos, sin ganas de rendirle respeto a ninguno—. Insultó a mi hija.
—Sé que tenemos una alianza, Ruslan—dijo Erenn con cuidado—, pero no puedes meterte en los asuntos de mis tierras. Fue insultada por Muraena, y Alaris es una asesina honorable, no sabe cómo enfrentar civilizadamente los conflictos; yo diría que tu hija tuvo suerte de no morir. Ahora, interrumpir una ceremonia militar no es de buen augurio.
Como si él creyera en los augurios.
—Y yo ya fui castigada por mi...—Alaris miró de arriba abajo a Muraena—error. Merezco estar aquí.
—¡Cierra el pico, puta! —gritó el yerno de Ruslan, Goru, señalándola con su espada. Alaris sonrió tentada a matar—¡Tú no debes hablarle a mi rey!
Los Mitanos sí que se tomaban a pecho la diferencia de clases.
—¿Cómo me llamaste, bola de mierda? —dijo ella dando un paso adelante.
Erenn se paró delante de Alaris, deteniéndola y pareciendo un escudo.
—Tu yerno insulta otra vez a mi protegida y le rompo el cráneo con una roca, Ruslan—hablaba en serio. La guerrera agradeció mucho la protección del guerrero, pero no la necesitaba.
El imbécil yerno dio un paso al frente, Ruslan levantó una mano, haciéndolo parar.
—Castigaré a Goru por ofender a tu protegida—sonrió Ruslan—. Discúlpate ahora, Goru.
Él los miró sin pestañear, con profunda ira.
—Perdón.
—¡Basta de tonterías! ¡No voy a divorciarme de ti! ¡No me vas a arruinar! —gritó Muraena de repente hacia Erenn, desesperada por ganar, torpe, una niña encaprichada—. Mi padre sabe que tu extranjera blanca volvió ¡pero es un delito casarte con la que fue tu madre en ley! Nuestro matrimonio sí es legítimo.
—¡Ahg!—Ruslan se puso la mano en la cara—¡Llévensela ahora! Qué humillante.
Dos soldados Mitanos la tomaron de los brazos, haciéndola retroceder para tratar de llevársela.
—Pero, padre...—rogó confundida.
—¡Cúbranle la boca!—el viejo miró a Erenn mientras sus hombres alejaban a la princesa, todo, bajo la mirada de los guerreros de Erenn. Alaris lo disfrutó—. La esclava que te tiene prendado ¿Quién es? Y sí que me importa, tu reino y el mío son ahora hermanos y no me apetece tener de enemigo al maldito rey de Birren en caso de que sea tu "difunta" mujer, tal vez no lo sepas tú, pero es un despiadado hijo de las mil putas.
—Tengo preparada la anulación de mi matrimonio con Muraena—cortó Erenn sin consideración. Ruslan abrió los ojos muy sorprendido—. Te respeto, Ruslan, pero tu hija no tiene madera de reina, nunca la deshonré, no me es útil. Con la separación no deberás preocuparte por el rey de Birren.
El viejo sonrió de lado.
—Y serías mi enemigo si te separas de mi hija—se acercó lento y manipulador hacia Erenn, Alaris analizaba cada esquina de sus facciones—. Me llevaré a Muraena conmigo y te dejará en paz sin romper nuestra alianza...
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El fervor del Príncipe|COMPLETA|
RomanceAlaris está tan devastada que en un arranque de locura terminó revolcándose salvajemente con quién juró matar, el asesino de su hermana: Calem Velzar. Acusada de alta traición por Erenn, no le queda más remedio que escapar de la muerte con el Prínci...