Por sincerarse sobre lo que sentía por Calem, Alaris le sostenía la mirada a Beata, segura de que la mandaría al demonio, porque estaba tan seria.
—Calem vivió su niñez siendo rechazado por todos al ser un hijo ilegitimo—dijo la princesa de Birren—. No sabe lo que es el amor, y cuando llegué al palacio como esposa de su hermano, también rechazada por ser extranjera y extraña, nos acercamos como amigos. En la biblioteca real ambos pasábamos mucho tiempo compartiendo lecturas y saberes. Porque lo traté como a una persona, se llenó de ese supuesto amor hacia mí... pero no, Alaris, no creo que él me ame.
Alaris le sostuvo la mirada, sorprendida de oír eso, no solo por los hechos, sino porque su hermana no parecía intentar destruirlo, porque sus ojos no guardaban nada malo sobre él.
—Q-quiero saber cómo participó en tu secuestro—murmuró destrozada—. Es lo único que importa ahora.
Beata miró a un lado, como tratando de no caer en sus recuerdos.
—No. No te vas a castigar así—suspiró—. Queridos dioses, ¿Quién demonios iba a pensar que te gustaría esa rata maldita? Uf, ya es pasado, al menos me consuela que no estés embarazada de él.
Alaris agachó la mirada, con lágrimas en los ojos por estar teniendo esa conversación con su querida hermana, porque el corazón le dolía al ver que el hombre que estaba amando, andaba flechado por la persona más importante en la vida de Alaris.
Apretó las manos, temblando mientras luchaba contra las ganas de llorar por Calem; abruptamente, Beata se acercó y la abrazó, dejándola pasmada, porque fue como si le quitaran un peso gigante de encima, como respirar en paz.
—Llora por ese imbécil, desquita todo el daño que te hizo—murmuró acariciándole el cabello—. Tal vez, salga de tu corazón por medio de las lágrimas.
Y Alaris lloró, sosteniéndose de su hermana, como un regalo divino, ella le daba fuerza, le enseñaba algo nuevo.
—¿Cómo supero esto?—murmuraba entre el llanto—. Estoy cansada de elegir mal, todos los hombres son iguales, yo busco y busco y siempre es Calem, es lo único que quiero, los otros solo se le parecen, y son unos cerdos...
—Ya deja de buscar un hombre—Beata se apartó para secarle las lágrimas con la manga de su vestido. Alaris ya se sentía peor—. Estoy tan orgullosa de la magnífica mujer que veo en ti, eres lo que eres porque querías ayudar a otros, pero ya es momento de que pienses solo en ti; eres una mujer libre, tan libre que puedes elegir lo que quieras, tienes un nombre, un oficio, deja de actuar como si necesitaras un hombre urgentemente, ¿Por qué tantas ganas de que te molesten la vida?
Alaris no lo entendió, siendo que Beata terminaba en Erenn y Erenn en Beata, ¿Cómo le pedía ser independiente si ella se desvivía por su hombre?
—Yo solo quiero un amor como el que tienes con Erenn—dijo derrotada, porque ellos dos eran el hogar del otro, y Alaris, a pesar de todo, sentía que faltaba para ella ese hogar genuino que nunca tuvo, porque incluso como protegida de Erenn, la creían una usurpadora. Como hermana de Beata, era vista por todos como la huérfana con suerte—. Abandonaría mi lugar como guerrera si lo encontrara.
Su hermana sonrió y había dolor allí.
—Si Erenn y yo pudiéramos elegir lo que nos conviene, no estaríamos juntos, porque es una carga dolorosa y horrible—Alaris la miró pasmada, los ojos de Beata brillaban sinceros—. Ser pareja nos ha costado hasta nuestra propia salud, no pidas eso, pide un amor que no te consuma hasta las entrañas, y yo, si pudiera elegir, no me enamoraría nunca.
Alaris pestañeó, sintiéndose peor porque esa idea era a raíz de su secuestro, de lo que vivió por estar con su amante, habían destruido hasta la inocencia de su hermana, y en eso contribuyó el hombre que Alaris amaba.
ESTÁS LEYENDO
El fervor del Príncipe|COMPLETA|
RomanceAlaris está tan devastada que en un arranque de locura terminó revolcándose salvajemente con quién juró matar, el asesino de su hermana: Calem Velzar. Acusada de alta traición por Erenn, no le queda más remedio que escapar de la muerte con el Prínci...