Alaris tenía un nudo en su garganta, incomoda por invadir el espacio corporal del asqueroso, y estar sobre él, con las piernas abiertas sentía los genitales expuestos y pegados al taparrabo de Calem. Lo peor era que estar sobre él, era su postura favorita para hacerle el amor a alguien.
—Solo vi un cadáver colgando—dijo doblegado bajo ella—Por mi necesidad de reafirmar lo superior que soy ante todos ustedes, nunca negaría mis crímenes. No tengo por qué—dejó de parpadear—Lo que viste no lo hice yo.
Se sostuvieron las salvajes miradas sintiendo la respiración de ambos unida. Alaris sudaba, la respiración se le desbocó entre su desaliento; estaba al borde del desmayo.
Era demasiado para su débil cabeza.
Había aguantado el dolor de esos años, estaba sobrellevando ahora mismo el haber visto a quien amaba fornicando con otro, que esa pareja estuviera cerca, y en ese instante, no poder acabar con el propósito de su entrenamiento militar, pero había un lími...
¡Me odio! -pensó sonrojándose, entreabriendo la boca, porque por la furia que sintió, no había notado que al lanzarse sobre él y montársele para encerrarlo y amenazarlo, la cobija que envolvía su escote desnudo se había aflojado bastante, tenía los pechos demasiado grandes y el mentón de Calem estaba apretado entre ambos.
Sus niñas traidoras rodeaban al desgraciado, y este tenía la boca tensa, los ojos los movía en todas direcciones intentando no mirarlas.
Fue incapaz de moverse, de la vergüenza.
Si me cubro, él sabrá que tengo pudor, y me creerá débil, ¡Tooontaaa! ¿Por qué te montas sobre él? ¿Por qué él no hace nada? ¡Ten pelotas! ¡Nooo! ¡No te sonrojes! ¡Alaris mala!
Pero ella enarcó la ceja, iluminada.
Si él no cooperaba con el filo de su espada, ¿Cooperaría con la miel entre las piernas de Alaris? Tal vez era de los animales orgullosos que cedían menos si eran agredidos.
Uy, uy, soy tan inteligente.
—¿Por qué haces tantas muecas?
—¡¿Eh?! —farfulló saliendo de sus cavilaciones.
—¿Siempre mueves la cara conforme vas pensando algo? —él ladeó el rostro casi recargando la mejilla en la teta izquierda de ella, sonriendo con su encanto maligno y traicionero—Te lo voy a hacer fácil. Quítate de encima o muerdo a una de las niñas.
Entonces, por el pasillo unas risas masculinas apagaron la mordaz respuesta. Alaris se petrificó al reconocer una como la de Paki. Sonaban como si estuviesen jugando entre ellos, enamorados y felices, devolviéndole el recuerdo de su novio siendo penetrado por Rumi, el morenazo.
Fue insoportable, y con eso, terminó de corromperse. Sin aguantar más dolor, algo chasqueó en su cabeza. Con sus manos acalambradas, toda mareada, lo sintió.
Se rindió, porque no valía nada, podía usar su cuerpo como un instrumento y no le importaba porque no quería su cuerpo realmente, no desde que Paki le fue infiel, y la hizo sentir tan mal con su apariencia, tan insuficiente, maldita sea, el corazón roto la iba a matar.
Que su cuerpo sirviera para un acto de justicia, en lugar de haber sido solo un objeto sin honor y burlado, valía la pena.
—Dime una cosa—susurró desplomándose temblorosa sobre el cuerpo masculino y duro, agotada en todo el sentido, sintiendo sus cuerpos pegarse íntimos. Ella rodeó la cabeza de Calem con los brazos, sus pechos se pegaron a la cara del príncipe, parecía un gesto propio de amantes—¿Soy tan horrible?
![](https://img.wattpad.com/cover/99101649-288-k36079.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El fervor del Príncipe|COMPLETA|
RomanceAlaris está tan devastada que en un arranque de locura terminó revolcándose salvajemente con quién juró matar, el asesino de su hermana: Calem Velzar. Acusada de alta traición por Erenn, no le queda más remedio que escapar de la muerte con el Prínci...