Capítulo 32

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*Narra Sofía*

Lo único que tengo claro, es que la guerra de agua, la había empezado yo. Pero en mi defensa diré, que él también ha participado. Ambos observamos el desastre que habíamos formado, y nos ponemos de acuerdo en limpiar los dos. Al terminar, nuestro pelo aún continúa mojado, aunque nuestra ropa, ya estaba algo seca.

-Ahora hay que ocuparse de la ropa-comenta Samuel, moviendo sus cejas.

Él me mira con cara de pervertido, comenzando a quitarse la ropa. Sin poder evitarlo me suelto a reír, cuando hace un bailecito tarareando una canción. Sin despegar mi mirada de él, me quito la camiseta, los pantalones, y cuando voy a quitarme el sujetador, le saco la lengua. Me echo a correr, dejándole con la boca abierta, él me sigue, pero no logra atraparme. Entro al baño, encerrándome, y poniendo el seguro.

-Abremeeee-ruega él, con voz de niño.

-Noo, me voy a duchar-le imito, riéndome.

-Pues nos duchamos juntos, porfiiii.

-¡No, pervertido!

Él se queda pidiendo perdón, mientras da golpecitos a la puerta. Me ducho, sin parar de reírme, y cuando acabo, me enrollo en la toalla. Abro la puerta, viéndole sentado fuera, con los brazos cruzados.

-Ale, ya te puedes duchar-le digo, señalando el baño.

-Pero yo quería contigo-hace un puchero, muy tierno.

Se levanta del suelo, rodeándome con sus brazos, para acercarme a él. Paso mis brazos por sus hombros, mirándole a los ojos. Esos ojos que siempre me miran, con un brillo peculiar, y que tanto me gustan. Subo mis manos, acariciando sus mejillas. Tenía una barba de pocos días, que adoraba. Se veía muy bien con barba, estaba muy guapo. Acaricio todo su rostro, él mantiene los ojos cerrados, suspirando. Me acerco más a él, besando sus labios suavemente.

-Anda ve a ducharte, tienes el camino libre-vuelvo a decirle, acariciando su espalda.

-No, déjame mimarte.

Toma mi mano, llevándome al baño. Me deja allí esperando, mientras va en busca de una silla. Creo que se ha creado su propia peluquería, puesto que hace que me siente, para comenzar a peinar mi cabello mojado. El espejo refleja su cara de concentración, ya que según él, no me quiere hacer daño. Coge un mechón, lo peina con cuidado, lo deja a un lado, y vuelve a empezar con otro mechón.

Cuando acaba de peinar mi cabello, continúa con el secador. Sus dedos pasan por mi cabello, mientras lo seca. Es muy placentero, me encanta que hagan esto, y más si es con la delicadeza, con la que él lo hace. De vez en cuando, deja el secador, para peinar. Al terminar, deja un beso en mi coronilla, y me levanto.

-Muchas gracias mi amor, ahora sí, dúchate-beso su mejilla, y saco la silla del baño.


Mi sugar daddy (Vegetta777) *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora