Capítulo 38

3K 182 58
                                    

*Narra Samuel*

Había terminado de arreglarme, justo esperaba a que Sofía terminara. Me encontraba en la puerta principal, cuando ella bajó con un mono negro, acompañado de unos tacones color rojo. Sin duda, estaba radiante, preciosa. Tomo su mano, dirigiéndonos al coche. Teníamos una mesa reservada, en un restaurante italiano, esperando por nosotros. Era el mejor de la ciudad, esperaba que le gustase. Al llegar abro la puerta, entrelazando mis dedos con los suyos. Verla junto a mí, con esa sonrisa tan radiante, me daba mil años de vida.

La cena fue entretenida, llena de caricias y risas. En breves ocasiones, su mano acariciaba la mía. Mientras la luz que transmitían las velas, nos abrazaba a ambos. Decidimos compartir platos, pidiendo cosas diferentes, para probar la carta. 

De vuelta a casa, nos topamos con mi padre. Mi madre se iba a quedar por la noche con mi abuela, mientras que mi padre regresaba a casa para descansar.

-Hola chiquillos, ¿habéis cenado?-nos pregunta, mirándonos sonriente.

-Sí papá, ya nos íbamos a acostar-respondo, mientras Sofía se acerca, para abrazarle a modo saludo.

Nos despedimos de él, antes de subir a mi habitación. Ambos nos ponemos el pijama, acostándonos con ella, entre mis brazos. Me detengo a mirarla detenidamente, cada una de sus facciones. Tenía un rostro angelical, su nariz pequeña, respingada, sus ojos brillantes como dos luceros, sus labios delineados, y sus mejillas sonrosadas.

-¿Tan fea soy?-pregunta, con una risita.

-Eres preciosa, con tus defectos y tus virtudes. Siempre serás preciosa, para mí.

Ella sonríe ampliamente, abrazándome con fuerza. Como si me fuera a ir. Nos quedamos un rato más hablando, hasta que noto que Sofía deja de responder. La observo apoyada en mi pecho, mi pequeña se ha quedado dormida. Tomo la manta tapándonos a ambos, y la rodeo mejor con mis brazos.

*Un mes después*

*Narra Sofía*

Estábamos de vuelta en casa, nos habíamos quedado unos días más, para seguir el progreso de su abuela, de cerca. Afortunadamente había mejorado satisfactoriamente, recuperándose, y ya estaba en su casita. Aunque aún, debía estar vigilada, por si acaso.

Samuel se había ido a trabajar, tenía bastante trabajo atrasado, no lo podía dejar más. Finalmente, yo había decidido no trabajar, en su empresa. No quería mezclar amor, con trabajo. Era lo mejor. Por mi parte, llevaba unos días que me encontraba fatal. No dejaba de tener arcadas, todo me daba asco, y tenía constantes mareos. Seguramente, me había vuelto a resfriar. Quizá, he pescado una gastroenteritis.

Me dirijo hacia el coche, para hacer unos recados. Logro conducir unas calles, cuando siento que poco a poco se detiene. Lo dejo a un lado, bien aparcado, tratando de averiguar qué pasa. Pero nada, me he quedado tirada. Más mala suerte no puedo tener, justo cuando salgo sola, me pasa esto. Decido caminar en busca de ayuda, ya que mi teléfono, se había quedado en casa. Se me olvidó, tengo la cabeza en las nubes. 

En el camino, choco con un hombre, me disculpo enseguida, elevando mi mirada hacia él. Era mi padre, estaba notoriamente enfadado. Empiezo a retroceder, buscando el mejor momento, para echar a correr. Unos brazos me toman por detrás, deteniéndome, en seguida le reconozco, es uno de los amigos de mi padre. Coloca un pañuelo en mi boca, sin dejarme forcejear, y todo se vuelve negro.

Mi sugar daddy (Vegetta777) *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora