Capítulo 43

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*Narra Sofía*

Samuel regresa de la cocina, dejando la bandeja con nuestro desayuno a un lado. Toma asiento a mi lado, y acaricia mis mejillas, besando mi frente.

-Sé que en tu mente, está rondando el bebé una y otra vez. Pero te prometo que, vamos a salir de esta-comenta, juntando nuestras frentes.

-Lo siento por haberlo perdido, por no haberlo cuidado-el llanto no tarda en llegar a mí, y me deshago en sollozos.

-No tienes que disculparte, no tienes la culpa, mi amor.

Con extremo cuidado, Samuel me sienta en su regazo. Deja que esconda mi cara en su cuello, mientras acaricia mi pelo para tranquilizarme. Está totalmente tenso, algunas pequeñas lágrimas se le han escapado, está aguantando de no llorar por mí. Nos quedamos por un rato así, abrazados mientras estaba sentada en su regazo. Cuando nos separamos, desayunamos en silencio. Únicamente se escuchaba la televisión de fondo, pero ninguno decía absolutamente nada. Al finalizar, Samuel se encarga de llevarse la bandeja, y recoger todo.

-Mi amor, voy a trabajar un rato. Estaré en el despacho, llámame para lo que sea-se agacha a mi altura en el sofá, y besa mis labios suavemente.

-Vale, amor. No te preocupes, ve.

*Narra Samuel*

Le había dicho a Sofía, que iba a trabajar, pero en realidad iba a buscar el viaje. No quería que estuviéramos encerrados, en cuatro paredes, y hundirnos aún más. Quería que se olvidara de esto, nos iba a venir bien a los dos. Busco el mejor hotel de la ciudad, reservo algunos restaurantes, y hago unas llamadas, para que el avión privado esté listo.

Una vez que termino, tomo mis llaves y mi cartera, antes de ir hacia el salón. Sofía se encuentra tumbada en el sofá, viendo una película.

-Cielo-le llamo, ella enseguida para la película, para mirarme atenta.-Tengo que salir a hacer un recado, y de paso hago la compra. Si pasa algo, llámame.

-Ten cuidado, por favor-sus ojos brillosos, me dejan saber que estaba llorando.

-Tranquila, mi amor. No tardaré, llevo el teléfono conmigo-beso su frente, y acomodo mejor su manta.

Bajo hacia el garaje, contemplando el dichoso coche, que se quedó sin batería misteriosamente. Estaba guardado aquí, hasta que hicieran las investigaciones correspondientes. De mientras usaría otro coche, compruebo que todo estuviera correcto, y arranco.

No tardé mucho en hacer los recados, no quería dejarla sola tanto tiempo. Prometí cuidarla, y lo haría con todos mis esfuerzos. Al regresar a casa, la televisión se encontraba apagada. Sofía estaba completamente dormida, su pecho sube y baja en un ritmo relajado. Me complace verla así, ajena a cualquier cosa, totalmente relajada. Dejo las bolsas en la cocina, con la intención de guardarlo después todo.

Lentamente me tumbo a su lado, tratando de no despertarla. Fallo en el intento, ella se despierta, abrazándome fuerte como si me hubiera ido mucho tiempo. Sonrío sintiendo su rostro en mi cuello, mientras acaricio su cabello. 

-¿Te sientes bien?-le pregunto, a lo que ella asiente.-¿Sabes qué? Nos vamos a ir hoy mismo, hacemos las maletas, y nos vamos.

-Cinco minutos más-murmura ella, acomodándose mejor encima de mí.

Suelto una pequeña risita, pero me quedo en la misma postura. Si ella quería quedarse un ratito más así, le complacería ese deseo.

Pasados unos minutos, se levanta con mucho cuidado, apoyándose en mí. La tomo en brazos para que no haga esfuerzos, y nos dirigimos hacia nuestra habitación. Ella se queda sentada en la cama, mientras que yo saco la ropa, para ver si quería llevarla o no. Además de llevar otras cosas, necesarias igualmente. Llevo a Sofía de regreso al sofá, mientras me encargo de cerrar ventanas, y bajar las maletas. Finalmente, la encuentro en la cocina, tratando de colocar todo con esfuerzo.

-Deja que lo haga yo, no debes de esforzarte-rodeo su cintura, tomándola nuevamente, para sentarla en la encimera.

-Pero quiero ayudar-Sofía se cruza de brazos, haciendo un tierno puchero, que me derretía. Me coloco entre sus piernas, tratando de besarla, pero me esquiva.

-Anda preciosa, no te enfades. Si lo digo por tu bien, estás delicada ahora.

Vuelvo a intentar besarla, pero nada. Empiezo a hacerle cosquillas, con cuidado para no hacerle daño. Su risa se escuchaba por toda la cocina, esa risa hermosa que tanto me gustaba, mientras suplicaba para que me detuviera.

-Paro, si me das un beso-murmuro, entre risas.

-Vale, vale, vale-me detengo abruptamente, mirándole intrigado.

Sofía se lanza a mis labios, besándome, mientras pasa sus brazos por mi cuello. Yo dejo los míos, reposando en su cadera.

-Sabes que me tiraría el día entero besándote, pero hay un avión que espera por nosotros-me separo a regañadientes, acariciando sus mejillas sonrojadas.

Mi sugar daddy (Vegetta777) *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora