Capítulo 7

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*Narra Sofía*

Habíamos llegado al hotel, mis ojos recorrían todo el lugar. Éste desprendía elegancia en cada detalle, y además era bastante moderno. Según me había comentado Samuel, era uno de los mejores de la ciudad, con cinco estrellas. Y sin duda, Nueva York era fascinante. La recepcionista le entrega a Samuel, las llaves de ambas habitaciones, que había reservado. Éstas estaban separadas, pero aún así las unía una puerta. 

Entro en la mía, dejando la maleta a un lado, para admirar las maravillosas vistas de la ciudad. Me tiro en la cama, sintiendo la comodidad envolverme, el sueño no tarda en llegar a mí. Por fin, tenía algo de tranquilidad. Ya no tendría que dormir con temor, de que mi padre acabaría golpeándome. Al menos, no durante unos días. 

Al cabo de una hora, noto que alguien me zarandea. Samuel.

-Dime-le digo, abriendo un poco los ojos.

-Me voy a una reunión-sonríe, acomodando una manta sobre mí.-Vuelvo en tres horas, si ocurre algo, llámame.

-De acuerdo, buena suerte, que vaya bien.

Me incorporo un poco, abrazándole a modo de despedida. En cuanto se fue, aproveché para volver a dormir. Habíamos comido en el avión, así que no tendría nada de hambre. Pero conociendo a Samuel, seguramente esta noche saldríamos a cenar, a algún restaurante caro.

*Narra Samuel*

Había tenido que asistir a una reunión, mientras Sofía dormía en el hotel. Seguramente, estaba agotada del viaje. Así que me aseguré de encargar comida, en el propio hotel, antes de llegar. No quería agotarla aún más, es preferible dejar que descanse. Justo cuando regresaba, coincidí con el servicio de habitaciones, que traía la comida para ambos. Le entregué una propina, tomé ambas bandejas, y entré en silencio.

Ambas habitaciones, estaban completamente en silencio. La puerta que nos separaba, se había quedado abierta. Me asomo un poco hacia la habitación de Sofía, comprobando que aún continuaba dormida. Dejé las bandejas en el escritorio, sentándome a su lado, para verla dormir. Su pelo sedoso caía por su frente, esos ojos hermosos estaban cerrados, y sus labios estaban entreabiertos. ¿Pero qué hago? Madre mía, parezco un psicópata. La zarandeé un poco, despertándola, ella se incorpora, restregándose los ojos.

-He pedido comida, para no tener que salir. Suponía que, estabas algo cansada-le comento, señalando ambas bandejas.

-Gracias Samuel, ¿cómo te ha ido la reunión?-ella me sonríe, dejando la manta a un lado.

-Bien, gracias por preguntar. ¿Cenamos?

Ella asiente, dejándome guiarla al escritorio, para disponernos a cenar. Íbamos a pasar dos días más en Nueva York, debía de asistir a mis reuniones, pero seguramente había tiempo para un paseo. Me aseguraría de que ella, viviera una grata experiencia aquí.

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Mi sugar daddy (Vegetta777) *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora