Capítulo 31

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*Narra Sofía*

Estaba tumbada en la cama, rodeada por sus brazos, mientras hablábamos de cosas random. Cuando de repente, nos interrumpe nuestras barrigas, rugiendo a la par. Ambos reímos, sin poder evitarlo, por tal coincidencia. Samuel se levanta, tendiéndome su mano, para que haga lo mismo. Con nuestras manos entrelazadas, bajamos hacia la cocina. Él me pide que tome asiento, mientras apaga el horno. Va a sacar la comida, sin los guantes del horno. Trato de advertirle, pero no llego a tiempo.

-¡Me cago en todo!-grita él, sacudiendo su mano.

-Claro hombre, a quién se le ocurre.

Rápidamente me acerco a él, tomando su mano, para ponerla bajo el grifo. Abro la llave de agua fría, y voy a por la crema para quemaduras. De regreso, él seguía con la mano bajo el agua, estaba muy rojita. Apago el grifo, tomando con cuidado su mano, para ponerle la crema. También busco una bolsita de hielo, en el congelador, para ponerla en su mano.

-No sé qué haría sin tí-sonríe, y besa mi frente.

-Ni yo sin ti, tontito.

Beso sus labios, indicando que tome asiento. Termino de servir la comida, añadiendo nuestra bebida. Me siento a su lado, y ambos comenzamos a comer. Comenzaba a sentirme mejor, sin duda, el medicamento estaba haciendo su efecto. Al finalizar de comer, recojo todos los platos, él me observa sentado en la barra, aún con la bolsa sobre su mano.

-¿Has pensado en lo que te comenté esta mañana?-apago el grifo, y me giro, para hablar con él.

-Samuel, si no trabajo y me quedo aquí, me aburro.

-Trabaja en mi empresa, así te puedo visitar-él se encoje de hombros, sonriente.

-Entonces, ya no trabajamos ni tú, ni yo-escucho su risa, aunque yo no me río.-¿Por qué quieres que deje el trabajo?

-Cariño, te pagan una miseria, solo tienes un día de descanso, y encima te tienen como esclava-tiene razón, ha dado justo en el clavo.

-Esta bien, trabajaré en tu empresa.

Resoplo, dándome la vuelta, para continuar mi tarea. Me fastidia, porque aunque tiene razón, quería ser independiente. Quería tener mi propio trabajo, sin algún favor, o sin enchufe. Samuel me rodea con sus brazos, como siempre hace, dejando un beso en mi hombro. Sonrío levemente, sintiendo como apoya su cabeza en mi hombro. Le mojo con el agua, que cae del grifo, él me la devuelve. Así comenzamos una batalla de agua, por toda la cocina. Tomamos agua con un vaso, y se la tiramos al otro. Llegados a un punto, alzo los brazos en señal de derrota, para que él deje de tirar agua.

La cocina está empantanada, y ambos estamos chorreando de agua. Pero ahora había un dilema, ¿ahora quién limpia este desastre?


Mi sugar daddy (Vegetta777) *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora