Capítulo 53

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*Narra Sofía*

Han pasado varios minutos, desde que me encuentro en la cama, esperando a Samuel. Soy consciente de que está en el despacho, trabajando hasta tarde, pero aún así, quiero esperarle. Escucho sus pasos, lento y pausados, tratando de no hacer ruido, camino a la habitación. Cierro los ojos, haciéndome la dormida, tratando de que la risa floja no me gane. Pocos segundos después, siento como la cama se hunde a mi lado, y son sus labios los que besan mi frente.

-Buenas noches, mi princesa-susurra él, abrazándome.

-Buenas noches, mi amor-contesto, acomodándome en su pecho, soltando una pequeña risita.

-Parecía que estabas dormida, o al menos, eso creía.

-Quería esperarte, pero amor, no te acuestes tan tarde. Trabajas todo el día, eso daña tus ojitos-escucho como él suspira, mientras comienza a acariciar mi cabello.

-Lo sé, mi vida. Pero no lo puedo dejar-hace una pausa, tomando mi barbilla, para que le mire.-Tengo que contarte algo, debo irme de viaje una semana. Necesito solucionar unos asuntos de la empresa, serán los últimos. Pero volveré antes de la boda, te lo prometo.

-Pero si la boda es la semana que viene-me incorporo poco a poco, contemplando que él realiza la misma acción.

-Ya lo sé, pero llegaré antes.

-¿Cuándo te vas?

-Pasado mañana. Tú no te quedarás aquí solita, te irás a la casa de mis padres. Así estarás acompañada, y podrás ultimar detalles con mi madre.

-Pero si me puedo cuidar sola...-hago un puchero, cruzándome de brazos.

-Ya cariño, pero me siento más seguro, si estás con ellos. Además cuentan que los novios, no pueden estar juntos el día de la boda. Así que te veré de nuevo, en el altar esperándote.

Samuel toma mi mano, tirando de mi levemente, para dejarme de nuevo sobre su pecho. Claramente, lo iba a echar de menos. Una semana, iba a ser una eternidad, para mí. Su mano no abandona mi cabello, dejando suaves caricias, hasta que ambos nos quedamos dormidos. Era demasiado tarde, estábamos cansados.

A la mañana siguiente, como todos los días, Samuel se marcha a trabajar. No sin antes haber desayunado juntos, mientras veíamos algunos detalles de la boda. Posteriormente, me dispongo a hacer las maletas. Finalmente había aceptado, quedarme en la casa de mis suegros. Además de mi maleta, también preparo la maleta de Samuel, ya que no le daba tiempo. Y para mí, no era un gran esfuerzo, por supuesto. 

El timbre suena, interrumpiendo mis tareas. Extrañada me dirijo hacia la puerta, no sin antes mirar por la mirilla. Trato de enfocar mi mirada, es una mujer, pero no sé exactamente, quién es. Abro la puerta un poco, encontrándome con Paula. Pero antes de poder cerrar la puerta, ella me detiene.

-No, espera. Déjame hablar contigo, Sofía-su pie está entre la puerta, tratando de evitar que la cierre. ¿Qué hace aquí?

-No quiero hablar contigo Paula, déjame en paz-murmuro, cruzándome de brazos.

-Por favor, solo serán unos minutos. Vengo a disculparme contigo, solo eso.

Resignada, la dejo pasar, tomando asiento ambas en el salón. La conversación fue breve, ella se disculpó por todo lo ocurrido. Asegurando que estaba arrepentida, que no volvería a suceder. Paula se había enamorado de un hombre, totalmente distinto a Samuel, y con el que deseaba pasar el resto de su vida. Si bien había estado enamorada de Samuel, ella era plenamente consciente de que todo había sido causado, por sus propios padres. Ellos mismos le habían sacado de la empresa, por no conseguir "un hombre honorable, y con gran ambición".  Ahora se dedicaba al mundo de las flores, había conseguido montar su propia floristería. Justo lo que ella siempre quiso.

Finalmente acepté sus disculpas, pidiéndole que hiciera su vida, con el hombre que amaba. Sin dejarse llevar, por lo que sus propios padres, le exigían. Frente a mí, había una chica totalmente diferente, a la que había visto en su día. No íbamos a ser amigas ahora, ni mucho menos, pero al menos las cosas no estarán tensas, si algún día me la encuentro. Antes de retirarse, ella me entrega una tarjeta, de su floristería. Y se despide de mí, deseándonos mucha suerte, en nuestro matrimonio.

El resto del día, consistió en terminar de preparar las maletas. Además de los propios quehaceres, de la casa. Samuel por su parte, se mantuvo toda la tarde trabajando. Por lo que yo entraba a ratos en la oficina, colándome con mi ordenador, para pasar el máximo tiempo posible juntos. De vez en cuando, se acercaba a mí, con el contexto de ver las novedades de la boda, y robarme un beso.


Mi sugar daddy (Vegetta777) *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora