Capítulo 12

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*Narra Sofía*

Pasé toda la mañana sola, Samuel tuvo que salir, para hacer unos recados. Previamente, me había indicado dónde estaba el teléfono, por si necesita algo. En realidad, había permanecido sentada, en el sofá, con toda la casa en silencio. Pero ya no era un silencio aterrador, ese que no sabes en qué momento, va a ocurrir algo grave. Por lo que había podido contemplar, este chico no tenía televisión. Estaba muy aburrida, ¿acaso a él no le gusta ver películas o series en su tiempo libre? Para mi suerte, no tardó mucho. Regresó cargado de bolsas, y una sonrisa espléndida.

-¡Regresé!-deja un beso en mi frente, y toma asiento a mi lado, exhausto.-¿Qué haces con todo apagado? Podrías haber puesto la televisión, todos los canales están pagados.

-Pero... Samuel aquí no hay televisión-le miro extraña, señalando el salón.

-Claro que sí, mira.

Pulsa un botón, y de repente, sale una televisión de la pared. Quedé totalmente sorprendida, jamás había visto algo así. Él se echa a reír, viendo mi expresión, mientras yo me sonrojo. Después vuelve a la entrada, tomando las bolsas, para mostrarme todo lo que había comprado.

-Ay Samuel... No quiero que, gastes tanto dinero-comento, mordiéndome el labio.

-No te preocupes, no es nada. Mira, también recuperé esto, de tu casa. No había nadie, entré por la ventana-de una bolsa saca mi cartera, mi teléfono y mi ordenador.

-¡Muchas gracias, Samuel! Pero no debiste ir, podría estar mi padre, y no quiero que te haga daño.

-No ha pasado nada, ¿viste? Anda, ponte algo, y nos vamos a dar una vuelta.

Asiento con la cabeza, recibiendo la ropa que me tiende, y voy hacia el baño con la silla. Cambio mi ropa con cuidado, peinando también mi pelo un poco. Cuando ya estaba lista, él empuja la silla hacia un parque. El día estaba espléndido, el sol brillaba en lo alto, no había ni una sola nube. Los niños jugaban por todo el parque, mientras los padres los observaban desde los bancos. Samuel paró al lado de un banco, sentándose al lado mío.

Observo esos ojos marrones, que tanto me gustan, él se acerca peligrosamente a mis labios. "Eres preciosa", susurra sobre mis labios. Acto seguido, me besa. Sus labios eran suaves, como una suave caricia, casi como estar en el paraíso. Coloqué mi mano en su mejilla, acariciándole suavemente. Su mano acariciaba mi pelo, acercándome más a él. La tarde pasó así, entre caricias y besos, mientras paseábamos por todo el parque.

Ya de regreso, él va directo a la cocina, para hacer la comida. Mientras yo intentaba ayudarle, en todo lo que podía. Almorzamos, mientras hablábamos, y por la tarde, estuvimos viendo películas, tumbados en el sofá. Samuel estaba detrás de mí, abrazándome por la cintura. Hasta que ambos, caímos dormidos.

Mi sugar daddy (Vegetta777) *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora