Volví y él me esperaba.

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Lo primero que hice al llegar además de ver a mis amigas, fue decirle a Iván que quería verlo, y así fue, nos vimos, volvimos a besarnos y a compartir una noche preciosa. Vino a casa y yo lo ahogué en preguntas, cada noche que pasaba conmigo era la oportunidad justa para preguntarle qué era lo que quería, me acuerdo de haberle preguntado cosas como si iba a esperarme hasta que yo cortara con Matías, y si él quería estar conmigo en una relación, sus respuestas no variaban mucho mas de un "si vos queres", "si eso te hace feliz", "si vos me lo pedís", pareciera que estaba a mi disposición por completo, y eso me encantaba, en cuanto se iba sentía la presión de ambas relaciones encima, pero si él estaba solo sentía que quería que estemos juntos, no me importaba nada, muchas veces mencione que cuando lo veía sentía que parte de mi moría, porque solo permanecía viva la parte que se conectaba con su presencia, era solo una chica alegre jugando a tener un novio a escondidas. Antes las cosas lindas que había dicho de mi fueron contadas con los dedos de las manos, pero poco a poco se fueron multiplicando y cada vez se me hacia mas costumbre escuchar un "te amo" o un "me haces bien" de su parte, y eso me encantaba tengo que admitirlo, me tenia muerta, derretida, embobada, totalmente idiota.

Una noche que pasamos juntos, estábamos nuevamente en una terraza, esta vez estábamos acostados solos y mirando al cielo, su brazo estaba sosteniéndome, y mi cabeza estaba en su hombro, comenzamos a confesarnos cosas, y entre otras él me contó que previo a mi noviazgo con Matías, el sea había hecho ilusiones a que pasara algo entre nosotros, algo como lo que estaba pasando en ese momento, pero sin mi novio de por medio, ¿se imaginan mis sentimientos en ese momento?, estaba feliz porque algo dentro de mi sentía que lo había logrado y al mismo tiempo no paraba de lamentarme el hecho de que no haya pasado algo que evitara que me ponga de novia, no paré de cuestionarme como hubiera sido todo, y mi cabeza no me perdonaba. Aun así le pedí que no me dejara nunca, que me espere que ya iba a encontrar la manera de dejar a Matías e íbamos a vivir aquella relación que tanto esperábamos. Toque el cielo con las manos. Esa y todas las tardes restantes.


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