Volvemos al punto.

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El punto es Ivan. Así es, mi punto es Ivan, las señales de que las cosas no eran perfectas como en aquel comienzo cada vez eran mas y mas grandes, pero aun así solo me bastaba pensar en que podía entenderlo, poco a poco ya me encontraba planeando vacaciones, su cumpleaños de 18 y sin darme cuenta estábamos pensando en cómo iba a ser nuestra casa de grandes, o más que eso, un hogar, pensaba realmente la posibilidad de crecer juntos, por mas vergüenza que me de haber pensado con dieciséis años había conocido a la persona que me iba a acompañar por el resto de mi vida, porque yo no me limitaba a pensar que íbamos a estar juntos por un tiempo, yo creía que si concretaba el proyecto de vivir juntos era porque íbamos a permanecer así hasta el fin de nuestros tiempos y me encantaba creer que en algún momento de mi vida cada mañana me iba a levantar y me iba a estar abrazando, porque claro el amor se iba a mantener intacto. ¿Recuerdan que les mencioné que soy soñadora?, bueno a esto me refería. Así es, yo discutía con él, pero aun así íbamos a vivir juntos según mis cálculos, yo creía que todos los errores que cometiéramos iba a poder ser solucionados porque nuestro amor era más grande que cualquier orgullo, aunque me imaginaba a mí cediendo en básicamente todo, pero no me molestaba porque eso me aseguraba una vida al lado suyo, una vida al lado suyo era igual que una vida feliz, así es mi felicidad la encontraba con él, no en otra parte, siempre que estemos juntos yo era feliz, sin importar que mas pasará, porque yo estaba ciega, porque sentía que no había persona que pudiera consolarme mejor, o con quien pudiese pasar mejor tiempo, solo quería abrazarlo por el resto de mi vida, porque así era como yo creía encontrar un estabilidad emocional, se imaginan que totalmente obsesiva ya que mi equilibrio lo ponía en los brazos de otra persona. Vamos a ejemplificarlo, yo llevo una mochila con un millón de piedras, las piedras son el peso de mis problemas, cargo con ella, con cada problema mi mochila se hace mas y mas pesada, pero con el tiempo puedo caminar bien, luego comienzo a trotar y en algún momento salgo a correr hasta que se aumente nuevamente mi mochila, mis amigos me ayudan a vaciarla, con charlas, consejos, soluciones, van sacando las piedras de una forma casi imperceptible. Bueno, Ivan en este momento no sacó las piedras, me sacó la mochila, así es, él cargó mi mochila desde que comenzamos a tener esa relación, me sacó el peso y mi espalda fue libre por todo lo que duró la relación, por absolutamente todo ese tiempo no me sentí cansada, sentí que no tenía límites ni trabas, él me hacía sentir así, solo tenía que verlo y mi mochila no estaba más en mis brazos, podía girar, saltar, correr, que no me iba a doler. Me dio otra vida, una vida pura y más fácil, no me gustaba solo como era conmigo, amaba como era yo cuando estábamos juntos, porque era feliz, porque era libre, y porque nada podía detenerme, mis límites estaban por encima de cualquier cosa que me imagine, podía con todo. Imaginen que con cada discusión mi mundo caía, mi mochila volvía a mi espalda y necesitaba que el vuelva a cargarla, así que podía hacer cualquier cosa para que vuelva conmigo, para que volvamos a estar bien, porque no estaba bien si sabía que estábamos mal, porque nuestra relación era mi vida misma, era lo único que podía manejar mi estado de ánimo con tanta, pero tanta notabilidad. Estaba loca y obsesivamente enamorada.


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