Lo que todos quieren escuchar.

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No voy a entrar en detalles de cómo fue la primera vez que lo hicimos, y si, hablo de sexo, pero voy a plantear la situación, yo no era virgen, pero el sí, aunque no lo parecía realmente, previamente habíamos hablado sobre que cuando tenga la casa sola iba a avisarle, y así fue, un viernes donde no tenia clases, le advertí que íbamos a estar solos y solo eso bastó para que ambos supiéramos que nuestros cuerpos se iba a encontrar desnudos, en una cama y de una forma excitante, por primera vez le vi lo romántico al estar con una persona, encontré amor en la lujuria, empezaba con besos contra una pared, y lentamente caía en la cama para que sin muchas vueltas su mano este por dentro de mi remera y casi sin darme cuenta ya no tenía blusa, nuestros pechos desvestidos estaban juntos, nuestras piernas entrelazadas, y sus manos eran tan suaves al tocarme, era un experto en lo que hacía, llegue a poner en duda su virginidad, y me hizo sentir realmente hermosa, así es me sentía hermosa, me sentía excitante, y solo bastaba mirarlo para estar segura de lo que hacía, lo miraba a los ojos y bajo alguna que otra palabra, las cosas se tornaban de la mejor forma, para después de un rato terminar desnudos bajo las sábanas de mi cama, mientras mi cabeza estaba sobre su pecho y mi mano lo acariciaba, nuestros pies seguían juntos, recuerdo estar acostada boca arriba y alzar mis brazos mientras le repetía una y otra vez lo libre que me sentía en ese momento, movía los brazos y miraba al techo, me sentía tranquila y amada, el aroma y calor que emanaba su piel era todo lo que quería y necesitaba, lo miraba y lo hacía alzar los brazos sosteniéndole las manos y preguntándole si él no se creía libre, él solo miraba y me contestaba que al lado mío era libre, y mis oídos no querían escuchar mas nada que su voz diciendo eso, y mis ojos no querían ver mas nada que su boca besándome, y mis manos no querían tocar nada que no fuera su pecho, porque éramos perfectos, nuestras anatomías habían sido diseñadas para ese momento preciso, mi vida había estado encaminada para ese punto exacto, no había más que eso, no había un antes ni un después, había un momento único e inigualable, donde podía sentir con satisfacción que lo tenía todo.

Mi felicidad se podía sentir a kilómetros, era la persona más feliz sobre este planeta y en cualquier planeta en realidad. Cualquier persona querría sentir lo que yo sentí en su cuerpo, en sus manos, en su boca, lo que yo vi en sus ojos, lo que yo toqué con mis manos, lo que yo viví en ese momento, cualquier persona sentiría que tiene la mejor vida que le podría haber tocado si se encontrara acostada con quien mas ama y esa persona le transmitiera el mismo cariño que tanto ansió tener, el cuidado digno de ser la persona más importante. Todo se resume en esa imagen de nosotros acostados donde yo nuevamente llevo mi cabeza a su pecho, y solo basta levantarla para poder besarlo, su brazo recorre mi espalda y su mano está apoyada en mi cintura, mis piernas enredadas juntas a las suyas, y sus pies con los míos frotándose, su otro brazo cubriendo la parte de mi espalda que resta, y nada podía mejorar ese momento, absolutamente nada podía mejorarlo. Nunca había vivido un momento tan intenso, tan romántico, tan patéticamente hermoso, nunca me había sentido de una forma tan preciosa, sabiendo que siempre traté de serle indiferente a las situaciones cursis, pero no podía pretender no sentirme enamorada en ese instante.

"con tu panza y mi panza rosándose no hay poeta que no haga una canción" dicen las pastillas del abuelo, que cabe aclarar que es mi banda favorita en este mundo, en ese momento supe a que se refería, porque conocer lo que era mi piel y su piel, lo que era poder acariciarlo sin que ningún elástico o tela que obstruya el recorrido de mi mano por su cuerpo. Lo que era poder besar cada lugar y sentir su aroma, su suavidad por cada centímetro cuadrado, pude aprender a demostrar amor con el cuerpo, lo que era completarse con una persona, sentía que éramos un rompecabezas que encastraban perfectamente juntos. Por más que yo no fuera virgen, sentí que esa había sido mi primera vez.

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