Adíos Cerezo

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No sabía cuánto tiempo estuvo en el suelo sollozando lentamente, abrazó sus rodillas y reprimió un grito. Como odiaba a ese hombre lleno de oscuridad y rencor, se odiaba a ella por ser ingenua y confiada. Daiki Huraku arrasó con su vida, destruyó su interior y aparecía en sus peores sueños. Este sueño era cruel y despiadado.

-Sasuke -susurró mientras se levantaba- Te necesito.

Miro la puerta y corrió hacia las calles, la oscuridad de la noche entorpecía sus pasos. No tenía opción, tenía que contarles sus descubrimientos e inquietudes. Sasuke no vivía demasiado lejos, se alojaba en un pequeño departamento que le brindo Kakashi. Miro varias veces hacia atrás esperando no encontrarse con los ojos avellana de aquel moreno, la sensación de que la estaba siendo cazada no desaparecía.

Disminuyó el paso cuando visualizó una silueta conocida, un chispeante cabello rojizo destacaba en la penumbra de la noche, tenía sus brazos enroscados al cuello del Uchiha, lo besaba con desespero y ansiedad, sus miradas se conectaron. Karin Uzumaki la miraba con altanería, sus ojos jades demostraban el dolor y el asco de presenciar esa escena. Se alejó en silencio, retrocedió y apretó el puño con enojo. Daiki Huraku era su batalla y ella la enfrentaría, sin Sasuke.

-Sasuke Uchiha-susurró agriamente- Te odio.

Corrió al lado contrario de la aldea, la salida tenia una tenue iluminación, no iba equipada y mucho menos armada, pero si quería evitar poner en peligro a la aldea tendría que salir de ella. Kasiki era inocente y había sido asesinada por usar su bata, sus amigos corrían peligro. Necesitaba protección externa y sabia donde encontrarla.

-¿Sakura? -dijo Shikamaru deteniéndola- Es muy tarde para una caminata, ve a casa.

-Lo siento -dijo soltandose del agarre- Voy a encontrarme con Gaara, no te preocupes.

-Saku..-la palabra no termino de salir ella había huido-

Camino por el bosque con sigilo, no tenia la mejor visión pero los sentidos le ayudaron a avanzar entre los matorrales, sus pisadas resonaban en la oscuridad, los animales la acompañaban en su locura, unas pisadas sonaron cerca de ella, eran pesadas y descuidadas, era claro que querían que supiera que estaban detrás de ella, se puso en guardia y espero un ataque.

-Oh Dulzura -rió al ponerse frente a ella- ¿Qué haces afuera de la aldea?

-Eres un hijo de perra -dijo acercandose con el puño pero una persona la detuvo-

-¡Jutsu sellado de chakra! -dijo el hombre-

Sakura giró su rostro para reconocer al compañero de Daiki, usaba unas gafas redondeadas que le cubrían parte de las mejillas, su cabello blanquecino caía sobre su frente, su sonrisa altanera la enfurecía. Intento soltarse, pero no sentía la fluidez de su chakra, se dio la vuelta para mirar al castaño que deslizo sus manos por su cintura para sujetarla.

-Permíteme acompañarte dulzura.
-beso su mejilla-

-No me toques imbécil -dijo intentando golpearlos-¿Como sellaron mi chakra?

-No te lo diremos, es mejor que no hagas ruido-dijo el peliblanco- El jutsu solo yo lo puedo deshacer.

-Deberías dejar de vestirte tan vulgar, dulzura. -dijo atando sus manos a su espalda- Aunque luces tentadora.

-Tu no me dices que hacer -le escupió-

-Contrólate Sakura -le dio una bofetada y cubrió su boca- Después de usarte, serás mía. ¡Camina!

Solo tuvo un pensamiento cuerdo después de clavar su mirada en los ojos avellana, unos ojos que alguna vez creyó sinceros, amables y amorosos. Mataría a Daiki Huraku.

Promesas (Sasusaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora