21. Un Pequeño Castigo

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Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, como pude me incliné junto con Kira y Nico, quienes se colocaron frente a mi en un intento por proteger a Anelis.

—¿Qué hacen los tres aquí sin avisar?— preguntó Aras parándose frente a mi.

—Te escribí desde la mañana y no me hiciste caso.—dijo el príncipe Ace.— Pensamos que estabas muy ocupado con los preparativos de tu fiesta y vinimos a ayudar.

—¡Ohhhh!

La princesa Arisha se acercó corriendo hacia mí y me quitó a Anelis de las manos.

—¡Que niña tan linda! ¿De dónde saliste pequeña?

—¡Arisha!—el príncipe tomó a mi hija.—No es momento para eso.—entonces miró a Anelis.—A ver jovencita ¿De dónde...?

Anelis comenzó a llorar y a patalear pero antes de que me levantara y la ayudara, Josei nos sorprendió a todos al correr y darle golpes al príncipe en las piernas.

—¡Suéltala! ¡Suelta a mi novia!

—¡Dame acá a mi hija!

Aras le quitó a Anelis y me la entregó rápidamente, la abracé fuertemente para calmarla mientras  ella se aferraba a mi con fuerza.

—Como la vuelvan a asustar...—Aras estaba tan rojo de ira que me sorprendió verlo así mirando al príncipe heredero pero luego su expresión cambió para acercarse a nosotros y pasó su mano sobre la cabeza de Anelis para calmarla un poco.—No te asustes princesa tus padres te protegerán de estos idiotas, Josei.—el niño se acercó rápidamente.— Vayan a la cocina y dejen sus cosas del mercado, díganle a los sirvientes que les den un poco de jugo y creo que hay helado para los dos, Mamá Lúa tal vez ya llegó así que esperen en el cuarto de Anelis mientras hablo con tus tíos.

—Si tío Aras.—Josei obedeció y tomó la mano de Anelis.—Vamos.

Ella se secó las lágrimas antes de asentir, la dejé con cuidado en el suelo y se despidió de nosotros antes de seguir a Josei quién no le soltó la mano en ningún momento, fue muy valiente al protegerla y admito que me alegró que se lanzara así contra el futuro gobernante del país.

Cuando los niños se fueron, Aras y Ace quedaron frente a frente.

—¿Tu hija Aras?—preguntó.—Que yo sepa no estas casado y los familiares de esclavos tienen prohibido la entrada a las casas reales sino no tienen sangre real.

—Me importa un carajo esa norma de mierda.—rugió Aras antes de levantarme.— Es la hija de mi prometido y por ende mi hija, así que tiene todo el derecho de estar aquí como su padre.

—...Es decir ¿Qué la usas de la misma forma?

Esta vez era yo el que estaba bullendo de rabia, pero antes de que pudiera decir o hacer algo mamá Lúa apareció y miró a todos los príncipes muy pero muy molesta.

—Ma-¿Mamá Lúa?—el príncipe Ace borró su expresión arrogante para tener una de pánico extremo.

—....Todos al despacho, ahora.—no tuvo ni que levantar la voz para demostrar lo enojada que estaba.

Los cinco príncipes corrieron como si les fuera la vida en ello y la anciana caminó firmemente detrás de ellos, fue muy extraño ver a todos esos adultos más altos que una mujer mayor aterrarse sus palabras, antes de irse por la puerta la anciana nos invitó a todos a almorzar y que entráramos como si fuera su casa. 

— Ehmmmm ¿Qué está...?—no estaba seguro de qué preguntar.

Nico y Kira se acercaron ya mucho más tranquilos.

El Príncipe y el EsclavoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora