Epílogo

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(Pv Marcos)

— Te culpo a ti de todo.

— ¿Yo? ¿Quién fue el que me despertaba con mamadas para luego montarme desde que empezó la luna de miel?

Desvié la mirada culpable, esta semana había sido maravillosa en todo sentido, habíamos tenido sexo prácticamente por toda la casa, excepto el cuarto de Anelis obviamente, incluso nos sentamos en el jardín a revolcarnos como conejos durante el mediodía lo que hizo que terminara aún más bronceado que nunca, también lo hicimos en la piscina y obviamente tuvimos sexo en el despacho y en el observatorio, cuando no estábamos cogiendo íbamos a comer, dormir e ir al baño, llamábamos a Anelis en las mañanas y después seguíamos con nuestra rutina.

Solo me vestía para usar disfraces y coger todavía más, esa droga si que era útil porque tan pronto me quedaba dormido ya volvía a tener fuerzas, como si no fuera suficiente Aras me hizo llamar por teléfono a Nico mientras me penetraba y el chico solo se echó a reír mientras nos escuchaba, aunque luego su amo le hizo lo mismo y terminamos teniendo algo así como una orgía por teléfono.

Hoy sería año nuevo y mañana terminaría la luna de miel, realmente si por mi fuera estaría aquí encerrado con Aras teniendo sexo a diestra y siniestra, cuanto me alegra ser hombre y no quedar embarazado, pero ya extrañaba a Anelis y ya estaba muy adolorido por tanto sexo, aunque no ayudaba mucho que Lilina hubiera traído una silla de ruedas en la noche con una nota para mi.

Pero lo peor fue que Aras había agarrado una rutina y era tener sexo apenas despertábamos, lo admito me encanta y parte de la culpa fue mía, pero ahora era yo el que despertaba siendo penetrado apenas consciente de lo que pasaba terminando en posición de perrito y con nalgadas.

— No me hizo gracia lo de la silla.— decía mientras Aras me seguía cogiendo.

— Yo creo que si la vas a necesitar.— se burló antes de masturbarme y hacer que me corriera para después correrse dentro de mi.—Ni muerto voy a perder esta rutina cariño, y prepárate porque más adelante vamos a seguir con mínimo una cogida al día.

— ¡Aras que me vas a matar!— le grité asustado, aunque me encanta el sexo no hay manera de que lo haga todos los días.

— Bueno, cada dos días no más.— dijo antes de morderme una nalga.— Yo no tengo la culpa de que tengas un culo tan bueno que me llama a cada rato, o una boca tan golosa que busca sola mi pene, o un amiguito entre tus piernas ansioso por manchar toda la casa.

— ¡Ya entendí!— dije levantándome para correr al baño.—Ahora dame un momento que necesito orinar.

Por suerte a Aras no le llamaba la idea de la lluvia dorada, no me extraña si apenas soporta la saliva, pero si soy sincero me encanta cuando se corre dentro de mi y me deja sintiendo como el semen cae por mis piernas, me daba escalofríos pero al mismo tiempo despertaba más mi lívido.....Dios en serio soy un adicto al sexo.

Terminé de hacer mis necesidades y me di una ducha rápida, había un disfraz que había dejado para el último día y era perfecto para esperar el año nuevo con mi esposo, así que debía aguantar hasta la noche para ponérmelo. Salí del baño y me puse una bata al ver que Aras llamaba a Anelis por vídeo-llamada.

— ¡HOLA PAPIS! ¿Ya voy a tener a mi hermanito?

— Ya deja de creerle tantas tonterías a tu tío Anelis.— le dijo Aras divertido mientras me abrazaba.— Te puede pegar su enfermedad de idiotus otakus.

— ¡Serás bastardo, conejo calenturiento!— la imagen de Aron apareció junto con Anelis.— Y encima que te mandamos una silla con tanto cariño, además seré otaku pero me la paso muuuuuy bien con mis chicos.

El Príncipe y el EsclavoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora