Aras me llevó hasta el observatorio y tan pronto encendió la pantalla me llevó hasta el centro del lugar donde para mi sorpresa había un colchón con una cesta al lado con champagne y dos copas.
—¿Porqué vinimos aquí?—le pregunté antes de que hiciera que me sentara sobre la cama.
—Pensé que era el mejor lugar para darte tu regalo.— respondió sentándose a mi lado y tomando la botella.— Además, es el mejor lugar para estar al natural, la temperatura es perfecta y todo está limpio.—Llenó las copas y me pasó una.— Cuando los chicos se fueron ordené que lo limpiaran y desinfectaran.
Sonreí divertido mientras tomaba la copa, sin duda era la actitud de Aras.
Brindamos y bebimos un poco antes de ponernos a hablar de cualquier cosa, ya en la segunda copa me pudo la curiosidad.
—Entonces ¿me dirás qué es eso que compraste y nos interrumpió la sesión?
—Mmmmmm más que decirte ¿Por qué mejor no te lo muestro?
Tomó la caja y la abrió frente a mi....adentro...había un anillo...un anillo de oro con incrustaciones de pequeños diamantes.
—Te has apegado tanto a mi cultura y yo no he tomado nada de la tuya.—sonrió mientras sacaba el anillo de la caja.—Si por mi fuera ya lo habríamos hecho pero la ley dice que debo esperar un año luego de que te pusiera el collar plateado para casarnos.—tomó mi mano y colocó el anillo en mi dedo.—Pero igual quiero pedírtelo como se debe.—me miró a los ojos.— Marcos, ¿Quieres casarte conmigo?
Sentí que mi corazón latía con tanta fuerza que podría salirse de mi pecho, las lágrimas cayeron sin control y mi respiración se hizo agitada, me lancé a sus brazos y lo besé intensamente.
—¿Si ya sabes la respuesta para que preguntas?
—Bueno, quería hacerlo formal—dijo sonriendo.—¿Y bien?
—Claro que sí.—acepté antes de besarlo.
Pude sentir su corazón latir fuertemente en su pecho, sin tela que nos separara o correas o juguetes, nuestros corazones parecían emitir una especie de ritmo que iban a juego, en ese momento éramos simplemente dos personas felices de estar unidos.
No importa las circunstancias que nos unieron, lo importante era que nuestros caminos se enlazaron formando un destino brillante y hermoso.
Seguimos besándonos mientras nuestras manos se seguían moviendo sobre nuestros cuerpos, una parte de mi no podía evitar reír divertido ante la falta de vello de ambos gracias a la manía de Aras por la higiene, era como si fuéramos dos niños experimentando por primera vez sus cuerpos y eso me parecía gracioso, como si fuera una travesura.
—¿Y esa risa?— me preguntó curioso.
—Es que...si alguien me hubiera dicho hace un año que estaría totalmente enamorado de un hombre y que tendría una relación BDSM con él, le habría roto la cara a golpes.—le dije sinceramente.
— Ja, creo que si me hubieran dicho hace un año que iba a estar tan enamorado de un hombre y adoptar a su hija para que los tres fuéramos una familia, se lo habría dado a Sábara de comida.—sonrió antes de tomarme de la mano y besarla.—Pero, el ahora vale más que cualquier cosa.
Me recostó en la cama y comenzó a besar mi frente, mi nariz, mis labios y así fue bajando hasta mi cuello donde repartió pequeños besos mientras yo jadeaba excitado, acomodó su mano con la mía entrelazando nuestros dedos, podía sentir como cada uno de esos besos me iba excitando más y apretaba ligeramente su mano, sus labios se detuvieron en mis pezones haciendo que gimiera más fuerte.
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El Príncipe y el Esclavo
RomanceMarcos es secuestrado y vendido como esclavo, su dueño es el cuarto hijo del Rey, el príncipe Aras y a partir de ese momento comienza su vida como un juguete sexual, o al menos eso piensa él. Ya que termina enamorándose de ese estilo de vida y del...