3. Sumisión

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(Pv Marcos)

Esto no está pasando.

El hombre que me compró es un príncipe, prácticamente intocable, aunque pueda salir de aquí nadie me creería.

El cuarto príncipe de Oluwa, Aras, era tan imponente y su mirada demostraba que nada de lo que hiciera me haría escapar de esta pesadilla.

No...estoy atrapado...mi vida terminó......

¡No!...¡No puedo aceptar algo así!...prefiero morir antes que dejar que ese hombre me use como su puta...

¡Papi!

La imagen de Anelis apareció en mi mente, mi hija...no pude evitar llorar...mi niña...mi bebé...ahora la había dejado sola....

Le supliqué al príncipe que me dejara buscarla, tal vez pueda llevarla a una casa hogar o...

—Bien esclavo, si puedes complacerme buscaré a tu hija y la traeré sana y salva.— lo miré esperanzado.—Pero si descubro que sólo estás diciendo eso para que te deje escapar, te mataré y venderé tu cuerpo por partes para recuperar lo que gasté en ti.— asentí con seriedad.— Ahora ve hasta la cama, en cuatro patas. Es hora de que conozcas tu lugar.

Sentí como si un barril de agua helada me caía encima ¡Por Dios! ¿Qué puedo hacer? ¡Voy a ser violado por un hombre si es que no lo hicieron antes!

Avergonzado de mi situación terminé gateando hasta la cama. Al recostarme el hombre se me acercó mirándome de arriba a abajo haciendo que temblara todavía más, esto es demasiado para mi, todo mi cuerpo está tan rojo por la vergüenza y más porque un hombre me veía desnudo pero antes de tratar de cubrirme se acercó tapándome la boca y haciéndome oler una botellita con un líquido extraño, el olor invadió mi cerebro hasta marearme.

—Vamos mi pequeño juguete, es hora de aprender a obedecer.

Su mirada era como la de un tigre hambriento, sus ojos destellaban con un brillo impresionante y sus labios...se veían...tentadores.

Espera ¡¿Qué?! ¿Por qué estoy pensando así? ¿Ese olor era alguna droga? No lo sé...pero estoy empezando a sentir mucho calor.

—Así me gusta, estás muy dócil mi pequeño.—me dijo pasando sus dedos por mis pezones haciéndome ¿gemir?— Me alegra que estés entendiendo tu lugar, pero recuerda que si cometes un error lo lamentarás en muchas formas, así que no intentes escapar ¿entiendes?

—S-si Alteza.—susurré tratando de controlar mi respiración agitada. 

De pronto me dio una bofetada un poco fuerte pero aún así me dolió haciéndome temblar nuevamente esta vez más asustado que antes.

—Cuando me hables, hazlo con obediencia esclavo, yo soy tu Amo y a menos que te diga lo contrario así me ya sabes como debes hablarme ¿cierto?

—S-si A-Amo.

Debería sentir asco de decir esa palabra, pero ¿No es así? ¿Qué me pasa? ¿Por qué...me siento tan raro?

—Buen chico.—dijo sonriéndome.—Te daré una recompensa por esto.— toco mi glande y gemí de una forma tan extraña que no sé cómo explicarlo.—Vaya veo que no tengo que hacer mucho. Eso es bueno, no me gusta perder tiempo.

Rodeó mi miembro con su mano y comenzó a masturbarme, gemí descontrolado y sujeté las sábanas con las manos, mis piernas se separaban más y de mi boca no paraban de salir sonidos morbosos.

No entiendo ¿Es por la droga? ¿Qué me ocurre? ¿Por qué lo estoy disfrutando? Es cierto que han pasado años desde que tuve relaciones sexuales y ni qué decir de masturbarme, pero ¿Por qué reacciono así cuando un hombre que no conozco y que me compró como si fuera un objeto tiene su mano sobre mi pene? Respiro rápidamente, mi cuerpo se estremece, intento callar mis gemidos pero es inútil, más cuando se acerca a mi y aprieta uno de mis pezones.

El Príncipe y el EsclavoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora