15. Los Príncipes y el Rey

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(Pv Marcos)

Nos levantamos temprano y nos arreglamos para la salida, y con eso me refiero a que Aras me levantó una hora antes que de costumbre para lavar cada centímetro de mi cuerpo, normalmente es muy obsesionado con la higiene pero hoy estaba fuera de control.

No sólo me lavó el cabello hasta dejarlo brillante, me cepilló los dientes y puesto enjuague bucal, limpió mis oídos, me lavó entre los dedos de los pies e incluso depiló cada vello de mi cuerpo haciendo que me sintiera como un niño pequeño tan lampiño que sino fuera por los litros de crema que me puso hubiera creído que me iba a quemar por la fricción.

Pero el remate mayor fue al salir del baño cuando vi la ropa que tenía lista para mí, un pantalón blanco casi transparente que resaltaba demasiado mi cuerpo y una túnica azul claro sin mangas que dejaba todo mi pecho al descubierto apenas sujeta con un par de botones, al verme en el espejo parecía una especie de odalisca*. 

—¿No cree que es demasiado?— pregunté un poco molesto con el aspecto mientras Aras me peinaba.

—Si quieres dar una buena primera impresión debes verte perfecto.— aseguró antes de colocarme un velo azul en la cabeza y ajustarlo a mis brazos.— Solo falta las uñas de los pies.

Suspiré resignado, por desgracia no podía llevar zapatos y con la ropa parecía más bien que iba a ir a la playa o en el peor de los casos me sentía como una chica con vestido que quiere ligar en una cita; lo cual hizo que me sintiera peor cuando Aras me puso una base de maquillaje y puso barniz transparente en mis uñas además de unos cuantos brazaletes de oro y plata.

Cuando Anelis me vio pensó que iba disfrazado y me hizo sentir mucho peor, pero Aras le aseguró que era para dar una buena impresión con su familia.

—¿Me traerán un regalo?— preguntó emocionado.

—Lo siento mi Angelito.— se disculpó Aras.— mi padre suele ser tan avaro que ni a nosotros nos da nada cuando vamos a visitarlo, pero si salimos temprano y te portas bien compraré unos dulces.

— ¡Viva!— exclamó Anelis corriendo a nuestro alrededor, al menos verla tan contenta me relajó un poco.

Desayunamos los tres y cuando llegó Mamá Lúa con un molesto Josei, nos despedimos de todos antes de subir a la limusina para irnos al Palacio Real. 

No estaba muy lejos ya que seguíamos estando en la Zona Real y la ventaja es que las calles estaban poco transitadas a esa hora, aún así era sorprendente la cantidad de carros lujosos que había en los enormes patios de las pocas mansiones existentes e incluso muchas de esas casas estaban vacías ya que solo la familia Real o miembros de la política vivían en ellas y no estaban permitidos los comercios o locales de comida por medida de seguridad.

Por desgracia mientras más avanzada el vehículo más nervioso me ponía, no tenía idea de qué hacer en el Palacio o cómo comportarme delante de tanta gente desconocida, no es lo mismo ir a la Zona Central donde había tanta gente como yo a estar en medio de un montón de príncipes y esclavos de semejante calibre.

—No te pongas nervioso.—me dijo Aras tomando mi mano.— Estarás con Nico y Kira y te presentarán a los demás esclavos, estoy seguro que te llevarás bien con ellos...eso si aléjate de la esclava de Liam.

—...S-si Amo.—respondí nervioso aunque ya estaba preparado para recibir esas advertencias.

Al parecer el príncipe Liam no seguía los mismos ideales de los otros príncipes sino que para él un esclavo era simplemente un objeto de usar y tirar, me asustaba la idea de conocerlo luego de las cosas que decían Nico y Kira pero no tenía otra opción que acompañar a Aras en esta reunión, finalmente sabría la clase de gente que era la Familia Real.

El Príncipe y el EsclavoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora