6. Protegida y Feliz

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Al abrir los ojos me di cuenta que estaba sobre una cama cómoda y suave, las cobijas estaban calientes y era tan agradable.

El problema fue cuando traté de moverme.

¡Puta madre! ¡Mi cadera! ¡Mis brazos! ¡Incluso mis piernas! ¡Duelen demasiado!

Gruñía para no gritar, el dolor me hizo despertar del todo y recordar mi situación, fui vendido como esclavo a un príncipe y tuve sexo intenso con él....me sonroje al recordar mi propio reflejo esa noche ¿Cómo es posible que a estas alturas no esté pensando en escapar o que estoy atrapado en una casa gigante, que nunca volveré a mi vida de antes?

Aunque....con excepción de Anelis....todo en mi vida ya era una mierda.

— Buenos días mi pequeño.

Siento que me quitan las sábanas, me sonrojo al recordar que estoy desnudo pero me duele tanto el cuerpo que no puedo moverme.

— Veo que además del entrenamiento de esclavo, debo ponerte un entrenamiento físico.— se burló mientras sacaba una jeringuilla de la cómoda.— Esto es un relajante muscular, no debe usarse demasiado o terminarás siendo adicto, así que será mejor que te acostumbres al ejercicio físico.

Acercó la aguja a mi brazo y me inyectó, sentí como si sufriera una descarga eléctrica pero a los pocos segundos el dolor simplemente desapareció, vaya esa cosa es increíble

—Ya...no me duele.— dije levantándome de la cama.

— Bien, date prisa y báñate, puedes caminar normal en el baño sólo no te vayas a tropezar.— dijo Aras antes de besarme.— Fui a revisar a Anelis, sigue profundamente dormida así que bajarás desnudo hasta el comedor.

Asentí y fui al baño ya con mejor condición, ahora que estaba totalmente consciente pude detallar mejor el lugar y sólo la enorme tina blanca redonda parecía una piscina casi que cuatro o cinco personas pueden entrar sin problemas; todo era enorme y lujoso, desde las toallas, la ducha que aparte de la bañera, el lavamanos, un armario, hasta la papelera valía más que mi salario como historiador. Entré a la ducha y me di un baño rápido, cuando estaba seco me miré en el espejo.

Mi pecho y mis hombros estaban llenos de moretones, mis pezones magullados y mi trasero estaba rojo por las nalgadas, pero algo me sorprendió.

El collar...no estaba...

— ¿Todo listo?

Aras apareció en la puerta y me miró antes de sonreír al ver mi cara de confusión

—Tranquilo mi pequeño.— sacó el collar de su bolsillo y boté el aire que no sabía que estaba conteniendo.— No iba a dejar que te ahogaras con él mientras duermes, ven aqui.— caminé rápido hasta llegar a su lado.— Buen chico, así me gusta.— me colocó el collar y me besó.— Sólo yo puedo quitarte el collar, no lo olvides.

____

Bajamos al comedor y me coloqué entre sus piernas, la comida estuvo compuesta de cereales y fruta, pero cuando Aras se corrió en mi boca y me sentó en sus piernas no hizo lo mismo que ayer.

— De vez en cuando, dejaré que comas con tu hija.— me explicó jugando con mi cabello.— Pero ella no debe verte así ¿cierto?— negué asustado.—¡Je! Tranquilo, sólo te estoy diciendo que cuando ella despierte podrá comer con su papi y como lo hiciste tan bien tendrás un plato entero para ti sólo.

— G-Gracias Amo.— le sonreí nervioso pero más tranquilo.

____

— Buenos días Anelis.

El Príncipe y el EsclavoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora