Capítulo 15 "Tragedia"

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2018
Jaz dormía en el sillón junto a su padre tras haberse pasado la noche leyéndole historias y charlando de cualquier cosa. Si algo había salido bien de todo esto era que su relación con Ernesto había mejorado mucho. Por fin después de tanto tiempo Jaz sentía que tenía un papá.
Ella dormía profundamente cuando sintió la débil mano de su padre acariciarle la cabeza.
-¿Papá?- dijo despertándose
El anciano la miró con los ojos aguados y abrió la boca para decirle algo, pero no podía.
-Papá, tranquilo. ¿Qué necesitas?- dijo acercándose preocupada
-Jaz... Jaz...- decía
-¿Qué?-
-Perdóname. Por favor, perdóname- dijo
-Papá, ya te perdoné. No hables más. Descansa-
El anciano continúo insistiendo y tomó su mano
-Jaz, perdón por no estar-
Y su mano cayó. Al ver esto Jaz alarmada le tomó el pulso para comprobar que no tenía. Su respiración se había detenido y esto se lo confirmó el molesto pito que salió de una de las máquinas.
A partir de ahí Jaz no recordó nada más. Todo se hizo lento para ella. Veía a los doctores entrar y salir corriendo, todos rodeaban a Ernesto. Javo llegó y la abrazó pero ella no reaccionaba no movía ni un músculo, tal parecía que estuviera en otro mundo muy lejos de allí.
Jazmín no poda comprender lo que pasaba, su padre había muerto y ella no sabía cómo reaccionar como actuar. Pero esa imagen la hizo regresar en el tiempo a aquella lamentable tarde en que su madre murió.
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1994
Era invierno y Jazmín era solo una niña que descansaba abrazada a su perrita Luna en el suelo del salón junto a la chimenea.
Se encontraba triste, confundida, tenía una sensación rara que no sabía cómo explicarla debido a su corta edad.
Ella sabía que hacía días algo iba mal en su casa. Su mamá ya no jugaba con ella como antes, y no salía de su habitación. Veía a su padre con cara estirada todo el tiempo y cada día entraba a la habitación con un señor muy raro de bata blanca.
No sabía quién era, pero notaba que la miraba con pena al igual que Mona. En Mona era donde más se veía la tristeza. No podía contenerse ni un solo minuto que rompía en lágrimas cada vez que veía a la pequeña pelirroja.
Ese día ella se abrazaba bien fuerte a Luna, para evitar oír los ruidos provenientes de la habitación. Se oía una gran tos, gente llorando, su padre molesto.
Lentamente si  entender nada caminó descalza hacia la puerta de la habitación. Había una rendija abierta por la cual pudo mirar. No podía creer lo que veía. Su padre lloraba como un niño a los pies de la cama. Mientras que el hombre de bata blanca y Mona tapaban el rostro de su madre. ¿Qué había pasado? Su mente de niña pequeña no comprendía.
Corrió hacia dentro de la habitación y se sentó al lado de su mamá.
-Mami, mami... despierta- decía agitándola con sus pequeñas manos
Pero la mujer no se movía. Jaz nunca había sentido eso, la piel de su madre estaba fría como el hielo y su mirada perdida como muy lejos de allí.
No pudo estar ni un segundo más su lado cuando su padre la cargó en brazos y la alejó de allí mientras gritaba a toda voz -¡Mami, despierta!-

2018
Unas horas después...
Todo había pasado y Jaz no se había ni percatado. Estaba en un estado de shock. Le hablaban pero las palabras le hacían eco en la cabeza. No sabía bien ni cómo ni cuándo llegó a la funeraria. Pero allí estaba junto al ataúd de su padre velándolo.
Veía a la gente pero no diferenciaba sus caras, estaba en otro mundo Cuando de repente una cálida mano la hizo volver a la Tierra.

Una pequeña y delicada nabo se posó sobre su hombro. Solo de sentir su toque supo quien era exactamente. Se volteó con los ojos rojos de aguantar las lágrimas y fue recibida por un fuerte abrazo.
Flor la apretó bien fuerte contra su pecho, convirtiéndose en su refugio. Fue entonces que Jaz se dio cuenta de lo que había sucedido. Su padre había muerto, había muerto en sus manos. Ahora sí que estaba sola en el mundo.
Rompió en lágrimas, mientras Flor la contenía.
A la morocha se le olvidó  el resto del mundo, se olvidó de los rumores, de su marido, de todo, solo le importaba estar allí para Jaz, la cual la  necesitaba más que nunca.
A lo lejos se veía el amor que se tenían, y en la cara de Flor se veía casi el mismo sufrimiento que en la de Jaz. Ver así a la pelirroja la ponía realmente mal.
-Flor...- llorando
-Ya estoy aquí, tranquila. Y siempre voy a estar aquí- dijo Flor agarrándola buen fuerte sin intención de soltarla.

Código Postal... Es tu mirada (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora