Capítulo 42 "Una sorpresa"

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El sol pálido de Nueva York salió poco a poco. El día estaba algo nublado, pero se veía hermoso. Una adormilada Jazmín se estiraba en la cama de aquella habitación de hotel, tocando con la palma de su mano el cuerpo dormido de su futura esposa.
Sonrió ante el contacto de su fina piel, era tan delicada que le fascinaba el hecho de solo poder rozarla con sus dedos.  Sus ojos verdes se clavaron en el rostro angelical de Flor, la cual dormía sin conciencia de nada.
Sus labios estaban tan relajados que a Jazmín las ganas de besarlos le invadieron el cuerpo, pero no lo hizo. No quería despertarla… aún no. Quería estar un rato más así.
Acarició su pelo de una forma muy delicada, mientras su vista se perdía en algún punto del blanco techo. Los pensamientos y recuerdos comenzaron a azotar su cabeza. El recuerdo de la primera sonrisa, de sus primeras palabras, de lo que vivieron juntas, de lo que sufrieron. Movió la cabeza, mordiéndose el labio. Le parecía que estaba viviendo un sueño.
Después de tantos años separadas, sinceramente ella había llegado a perder las esperanzas de volver a encontrarla, de volver a tenerla así en sus brazos. Todo lo que viajó, todo lo que se alejó y ahí estaba de vuelta a su lado. De vuelta a su hogar, porque sí… Argentina podía ser el país donde había nacido, pero su verdadero hogar… aquel en el que se sentía segura era Florencia.
Desde la primera vez que se acercó a ella con esos rizos negros y esa sonrisa adorable, Jazmín se había sentido segura. Era su hogar, su refugio, su todo y ahora que la había recuperado no iba a perderla otra vez. Quería empezar esta nueva vida a su lado, sin mentiras ni secretos… quería que su vida a partir de ahora solo estuviera llena de amor y solo amor, pero no un amor cualquiera sino del amor más loco y puro que había conocido en la vida.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un pequeño bostezo de su chica, la cual abría los ojos poco a poco.
-Hola, preciosa- dijo Jaz recibiéndola con una sonrisa
-Hola- dijo con voz ronca debido a que aún estaba atontada del sueño -¿Cómo puedes lucir así de bien recién despertada?- alegó Flor, debido a que mientras ella parecía un cuco, Jazmín estaba más radiante que nunca
-Vos también luces hermosa. De hecho amo verte acabada de despertar- dijo Jaz robándole un beso
Flor sonrió satisfecha y se aferró a las sábanas, queriendo seguir durmiendo
-Mm… dale, dormilona, se nos va a ir el avión- dijo Jaz mirando el reloj que había colgado en la pared
-No, un poquito más. Falta mucho- protestó Flor, agarrando su brazo
-Sí, pero quiero resolver unas cosas primero antes de irme-
Flor la miró con el ceño fruncido y fingiendo molestia se levantó de la cama
-Ok- dijo arrastrando las sábanas hasta el baño para cubrir su cuerpo, y dejando sin protección al cuerpo de Jaz
Jazmín se mordió el labio ante aquello y esperó un segundo acostada hasta que oyó la ducha encenderse. Se levantó con una sonrisa pícara. Ese tipo de sonrisa que hace un niño cuando está a punto de cometer una pillería
Caminó en puntitas de pie hasta llegar a la puerta, la abrió un poco para poder ver el cuerpo perfecto de su novia mientras el agua caía sobre él. La mirada de Jaz dejó de ser de aquel color verde esmeralda para transformarse en un color oscuro.
Abrió la puerta en silencio y entró a la ducha junto a Flor. Era del tipo que era un cubículo de cristal, por lo que el espacio no era muy amplio.
-¿Te ayudo con eso?- dijo Jazmín viendo como Flor se frotaba la espalda
La morocha se volteó sorprendida de verla ahí, aunque no era una sorpresa. Después de varias noches juntas sabía muy bien lo insaciable que podía llegar a ser la colorada. Sonrió de medio lado y se volvió a voltear, dándole la esponja a Jazmín.
La colorada pasó aquella esponja de una manera tortuosamente lenta por la espalda de Florencia, la cual temblaba ante su contacto. Sentía como los dedos de esta se estiraban para poder tocar su espalda, cosa que la hacía perder el aliento.
Los ojos de Jaz recorría cada parte del cuerpo de la chica, su mirada estaba algo perdida y su boca entreabierta, debido a la respiración agitada. Movió la esponja por la columna de Flor, luego la pasó por sus costillas hasta llegar muy cerca de sus pechos. Luego dejó que su mano se moviera hacia adelante, pasándola por el canalillo de la morocha y luego bajar de vuelta hasta su abdomen, del cual bajó hasta estar muy cerca de su pubis. Mientras hacía todo esto, besaba el cuello de una ya más que perdida Florencia.
Jazmín movió su mano hacia atrás, dibujando una línea imaginaria por las curvas del trasero de la morocha, la cual gimió ante el contacto
-¿Te gusta?- dijo Jazmín con una sonrisa algo malévola
-No sabes tú cuánto- contestó Flor volteándose y  presionando sus labios contra los de ella
Jazmín rió durante este beso desesperado de la morocha. Ya estaba fuera de sus cabales, y Jazmín estaba segura de haber cumplido su objetivo.
Flor apretó el cuerpo de Jazmín contra el de ella, sintiendo sus pechos más que unidos. El agua que corría entre ellas aumentaba la excitación.
-Nunca me voy a cansar de hacer esto ¿Lo sabías?- dijo Jaz dándole la vuelta y poniendo sus palmas sobre el cristal
La sensación del frío y mojado cristal sobre sus delicados pechos hizo que Flor perdiera la cordura. Era capaz de hacer cualquier cosa en esos momentos.
La mano de Jazmín tomó el cuello de Florencia, llevándolo hacia atrás para unir sus labios con los de ella. La posición era incómoda pero extremadamente excitante.
Una mano traviesa de Jaz fue bajando por la parte delantera de Flor, hasta colocarse en su necesitado centro. Al sentirla, Flor abrió sus piernas y dejó que esta posara sus largos dedos dentro de sus pliegues. Jugaba con ellos, como una forma de tortura. Su respiración agitada cerca de su oído tenía loca a la pobre de Florencia, la cual jadeaba sin control.
-Ah, Dios- gimió Flor al sentir uno de los dedos de Jaz colarse dentro de ella
-Dios, no sabes cómo me gusta sentirte- dijo Jaz cerrando los ojos y disfrutando del calor del interior de Flor entre sus dedos. Esa sensación era tan adictiva para ella como la cocaína para un yonqui. Flor era su droga, una droga a la cual estaba enganchada desde los 13 años y a la cual nunca dejaría.
Lo siguiente que hizo con sus dedos, provocó que los gemidos de Florencia se oyeran en toda la habitación. La necesidad de sentirse y devorarse que ambas sentían era más fuerte que todo en el mundo.
Media hora más tarde, las chicas ya estaban listas para abandonar el hotel. Florencia sentía un ligero temblor en las piernas todavía, mientras que la sonrisa victoriosa no salía de la cara de la colorada.  Estaba satisfecha al saber que ese tipo de temblor solo era capaz de provocarlo ella.
-No te rías- le dijo Flor dándole un pequeño empujoncito y provocando su risa
-Es que te ves graciosa- dijo con una pequeña risita
-Boluda-
-Pero me amas así- y le dio un pequeño pico
Flor rió mientras se perdía en sus ojos verdes
-Vamos- dijo Jaz tomando su maleta
-¿A dónde? Aún no entiendo por qué salimos tan temprano del hotel… faltan horas para el vuelo- se quejó Flor
-Lo sé, pero es que quiero hacer una cosa antes de irme- dijo Jaz con una sonrisa y una mirada llena de entusiasmo
Flor frunció el ceño y la miró curiosa -¿El qué? Si ya terminaste de arreglar los papeles para la exposición-
-Bueno, es que quiero enseñarte algo antes de irme de la ciudad-
-¿Qué tendrás planeado?- dijo entre risas
-Ya verás es una sorpresa- y la tomó de la mano para dirigirse a la calle

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