Vamos avanzando hasta donde hay una opción de irnos, una salida por la Ciudad Antigua que conozco bien de hace tiempo debido a que más joven la pasé explorando la ciudad y sus afueras.
Ya estoy agotado, hambriento y adolorido. Me cuesta respirar por eso mismo y me imagino que Chris está igual, más cargando a Sid. Kathe distrae a Sid con un juego basado en guardar silencio para que no se percate de lo que nos rodea, que es una ciudad destruida y muertos por doquier. También ayuda a que no recuerde a sus papás y se ponga a llorar.
Entonces vemos a una calle que un pelotón de Locust viene y hay un Gear a su paso, no dudo que quieran acabar con él. Chris me hace un gesto con la cabeza que siempre reconozco en él, diciéndome en pocas palabras "ayudémosle".
–Paris, toma. Cúbranse, en un momento volvemos –le digo y doy una sonrisa para que no se preocupe aunque la noto rígida al decírselo.
–Te cuidado –me besa como si no ocurriera nada y se dirige a Chris–. Tu igual.
–No te preocupes por mí –le contesta.
Corremos rápidamente hasta donde está el Gear, aún no se percata de los Locust y estos ya lo han visto. Ya llegando a él gritamos.
– ¡Abajo!
Él voltea a vernos y parece confundido mientras nos observa a través de su casco, en el momento en que llegamos a él lo derribamos y los Locust disparan.
–Gracias por eso –dice al escuchar los tiros.
–Cuando quieras –le contesta mi hermano.
–Se acercan Boomers –nos dice.
– ¿Boomers? –le pregunto confundido ya que antes no había escuchado que hubiera Locust llamados así.
–Asómate, son esas cosas gordas y los altos de dos metros se llaman Kantus.
–Vaya, no sabíamos sus nombres –le contesto.
–No hay tiempo de hablar, tenemos trabajo que hacer –dice Chris.
Entonces empezamos a dispararles, desde autos abandonados en la calle angosta, es perfecto para nuestro pequeño grupo de tres. Hay disparos por todas partes, balas dan en el auto en el que estamos y me ponen tenso. No debería ser así, pero esto es muy diferente a pelear con humanos.
Disparo y de vez en cuando volteo a ver dónde están Paris, Sophie, Kathe y Sid, se miran preocupados, con miedo y también asombrados, pero solo sonrío para hacerles ver que estamos bien y sigo disparando.
–Los Boomers son vulnerables en la cabeza, pero de nada sirve si no matamos a los Kantus primero, ellos tienen un grito curativo.
–Bien, ¡apunta a los Kantus, James! –grita Chris.
–Con gusto –le contesto.
Hay tres Kantus, son altos como él Gear explicó, incluso más. Son muy delgados y con la piel pegada a sus huesos, como el Locust en ese monstruo. Tiene dedos largos y ensangrentados. Sus ropas parecen ser una túnica con una clase de gorro alto igual que a un padre de iglesia. También noto que sus codos tienen protuberancias raras, están alargados como una clase de lanza y sus pies tienen las uñas largas, afiladas y negras. ¿Qué podría hacer? ¿Disparo a lo loco? ¿O tiro a la cabeza? Sí es mí mejor opción, solo espero que esa clase de sombrero no sea en realidad un casco.
Con la poca munición que tengo tendré que ser preciso, así que para mí cada tiro significa mas o menos vida. Me decido y empiezo a apuntarles en la cabeza. El primero está en movimiento y tiene un arma como la que había agarrado el día en que murieron mis padres, pero de nada le sirve, apunto y disparo.
El segundo es más fácil, solo apuntar y disparar, ya que está de pie y gritando, pero el tercero es más complicado, aun así logró que caiga.
Solo pasan treinta segundos para que mate a los Kantus, aunque sentí que fue una eternidad y un minuto para matar a las demás larvas.
Terminamos con todos los Locust, pero es cansado. En eso le hago una señal a Paris y a los demás para que se acerquen.
–Son muy buenos –nos dice el Gear.
–Gracias, mi nombre es James y él es mi hermano Chris –le contesto al Gear señalando con la cabeza a Chris.
–Mucho gusto, yo soy Carmine.
–Mucho gusto en conocerte, Carmine.
–A mi igual –dice mi hermano.
–Ustedes no son simples sobrevivientes, ¿verdad? –pregunta en tono serio.
–No –me cuesta trabajo decirlo ya que acabamos de abandonar el ejército–, nosotros somos desde hace veintinueve días, cadetes de la Academia Militar – en ese momento llegan ellas y Sid.
–Me lo imaginaba, tienen entrenamiento para enfrentamiento, pero bueno, les deseo suerte, aunque como cadetes de la Guardia Onyx deberían ir conmigo al Museo de la Gloria Militar, fue una orden directa del coronel Loomis.
–Lo sentimos, Carmine, pero no podemos quedarnos, los protegeremos a ellos sin importar que sea una orden directa del coronel Loomis –le contesto.
–De acuerdo, solo que están evacua…
–Claro que no –lo interrumpe Kathe.
– ¿Cómo? ¿No están evacuando a la gente? –pregunta Carmine con un tono sorprendido.
–No, quieren hacernos creer que lo hacen. Todo el tiempo que estuvimos ahí en el puesto de avanzadaesperamos una evacuación, pero nunca llego. Sí en verdad lo quisieran hacer no estaríamos aquí nosotros y nuestros padres no estarían muertos –contesta Kathe enfadada y frustrada.
Ya me imaginaba que algo no estaba bien allá. Había demasiada gente y ellos cuatro eran la prueba de que la evacuación solo era para los que podían dar algo a cambio.
–Muy bien, James, Chris, fue un gusto combatir a su lado, me voy. Les deseo suerte –contesta Carmine con desentendimiento.
–Que tengas suerte, Carmine –le dice Chris.
Seguimos caminando, Chris continúa cargando a Sid y yo los guío. Nos queda poca munición, así que la guardaremos, después de todo la mayoría de los Locust están en camino al Museo de la Gloria Militar y así no habrá tanto problema, o eso quiero creer ya que estamos por la Ciudad Antigua y Museo de la Gloria Militar le queda bastante cerca.
Las calles están hechas un cementerio, de forma literal y figurativa. No escucho más que nuestros pasos en la acera, por estás calles con niveles altos y bajos debido a su cercanía a las montañas. Hay escalones por onda subir y bajar y me agotan más, realmente quiero matar al que hizo estos caminos tan odiosos.
Más adelante escuchamos un enfrentamiento y nos ocultamos. Chris deja a Sid para ir conmigo a ver qué pasa. Kathe se encargará.
Avanzamos rosando las paredes con nuestras espaldas. Logramos oir más de cerca y hay gritos de los soldados. Chris va mas lento debido a que no quiere involucrarse mucho y yo tampoco, la prioridad es ahora llevarlos a Jacinto.
Chris para cuándo logra divisar por fin el enfrentamiento y me dice que es raro, lo que me resulta irónico ya que esa palabra ha perdido significado con esta guerra. Me posiciono debajo de él, en cuclillas, y veo a la Guardia Onyx pelear contra seres similares a perros muy feos que brillan como una linterna de emergencia. Es un convoy entero que está siendo atacado por esos seres luminosos.
Uno de ellos golpea a un Guardia y lo somete en el suelo y revienta igual que una granada al final llevándose de la manera más grotesca al pobre. De inmediato me inunda el horror, esto es nuevo para mí, Locust que explotan a voluntad.
Esa cosa no es la única, otros hacen lo mismo y la carnicería es horripilante. La sangre vuela a las paredes y suelo, los charcos se forman en el suelo y los agonizantes gritos de ayuda por parte de todos son desgarradores.
Chris de inmediato ordena que nos alejemos de ellos rápido. Vamos por los cuatro que están entretenidos viendo el cielo hasta que se alertan por nuestra apresurada llegada y los llevamos rápido por otra parte. Kathe entiende al instante que pasa algo malo y los apresura.
Me desvío de la ruta solo un poco, pero noto que ya han acabado con los Guardias Onyx, esas cosas luminosas han terminado con ellos así que solo nos vamos rápido.
Solo caminamos dos metros y aparecen Locust, Chris y yo vamos y ellos retroceden. Ambos disparamos ráfagas con esta Lancer que no parece servir mucho contra ellos mientras que sus armas son letales a cualquier distancia.
Pronto Chris es rosado por una bala de la pistola de esos seres y aguanta el grito. Yo respondo al fuego dejándolos cojos ya que me parece la mejor opción y parece funcionar. Rematamos con tiros a la cabeza y una ráfaga de disparos descontrolada da en el suelo, divisamos y ha sido Kathe con una Lancer que esta en el suelo.
– ¡Kathe! ¿Qué haces? –dice Chris enfadado.
–Les voy a ayudar –repone.
Chris de inmediato me auxilia y hacemos que su intento de ayudar no se haga realidad, los Locust quedan tendidos en el suelo. Él va a ella y le arrebata la Lancer muy brusco.
–No haga tonterías, Kathe.
–Te acaban de lastimar, no quiero que lo hagan más
–Sabes bien que me ha ido peor. No vuelvas a hacer esto, no tenemos tiempo para cargar con más.
–¿Cargar? ¿Te molesta llevarnos?
–¡Por supuesto que no! ¡Solo no te quiero perder! ¡A ni uno de ustedes! ¡Son lo único que me queda! –baja la mirada y escucho sus sollozos–. Son lo único que me queda y no deseo perderlos...
–Chris...
–Por favor, Kathe, no hagas algo así... James y yo podemos porque estuvimos en combate, pero que tú lo intentes es inútil.
–Entonces ayúdame. Quiero serles útil y así no cargues más de lo que puedes. Ya sé que estás lejos de ser el chico de las Guerras del Péndulo y lo entiendo. Por favor, permíteme ayudar.
Chris no sube la mirada y Kathe lo envuelve en sus brazos. Deja que él se tranquilice un poco y le limpia los ojos con su ropa. Chris agradece a ella dándole un golpecito en la frente con el dedo índice y medio de su mano derecha.
–Bien, pero llevarás una simple pistola, no un rifle. Sé sincera con lo que puedes hacer y lo que no.
Ella le da una sonrisa que brilla mucho sobre está oscuridad. Van por una de los Locust, el revolver que ellos tienen y que es bastante letal de un disparo. Le muestra cómo tomarla, apuntar y disparar. Ella entiende y la lleva en su mano, lo que Chris ve como peligroso ya que no tiene seguro.
Procede a enseñarle cómo llevarla en la mano y continuamos nuestro camino luego de esta pausa.
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Gears of War: Exilio
FanfictionLa guerra ha marcado el mundo Sera y a todos sus habitantes. En un principio entre humanos que se disputaban el "líquido milagroso" y luego... Desde el suelo han emergido seres humanoides que destruyen y matan a cualquier humano a su paso. Este enem...