Acto 1 - Capítulo 9

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Paso por una avenida algo larga, pero sigo el sonido de las balas. Doy vuelta a la izquierda en la esquina y veo a soldados peleando contra los Locust. Miro a Chris que ya está peleando junto con Omega, que son como cuatro Gears.
Me posiciono a un lado de Chris y observo a uno de los Gears. Este trae una especie de banda que cubre su cabeza y tiene ojos azules.
–Teniente Davis –exclama el soldado–, ¿también viene a ayudar?
–Por supuesto.
–Todos decían que se habían perdido en acción.
–Pues ahora ya sabes que no fue así.
Apunto a las larvas y son muchas, una oleada completa viene hacia nosotros. No podríamos saber si podemos resistir, pero vamos a pelear hasta que llegue la evacuación.
– ¿Cuál es el plan? –pregunta el otro soldado.
Por algún motivo siento que lo conozco de alguna parte, que es alguien importante a pesar de solamente ser sargento. Tiene un pañuelo en la cabeza, y eso va contra las reglas, pero yo también las quebré, tengo el cabello más largo de lo que dice el reglamento.
Su compañero de al lado tiene el cabello con corte reglamentario y es moreno. Y su armadura es de un gris oscuro, no como la mía o la de su compañero. Parecen ser conocidos.
–No lo sé –responde Chris.
–Genial, ¿entonces el plan es morir, eh?
Volteo hacia los Locust, son muchos, pero podremos contenerlos hasta que la ayuda llegue.
Veo a otros soldados lanzar granadas contra las larvas y ellas responden con ferocidad. Traen a Reavers contra nosotros, pero tenemos Morteros para contenerlos. Uno de los soldados lo dispara y les da a ellos y otros más. La oleada se detiene.
– ¿Eso es todo? –pregunta Chris.
–Lo dudo –respondo.
Esperamos más tiempo, de hecho ya perdí la noción del tiempo. No sé desde hace cuánto iniciamos, pero aunque ya no se vea algún Locust, tenemos que esperarnos otra oleada.
– ¡Ahí vienen! –grita un soldado.
Nos cubrimos y veo que hay un Brumak acercándose hacia nosotros. Un monstruo enorme, del tamaño de un edificio de diez pisos. Con una cola alargada como un reptil y patas con tres dedos. Lleva encima armamento pesado, misiles y ametralladoras.
– ¡Mierda! –grita Chris–. ¡Brumak!
Observo que hay más Boomers y Kantus, acompañados de Desgraciados y Drones y otros que no conozco.
– ¿Qué son esas cosas? –pregunto con inquietud.
–Radgers –contesta el soldado.
Se ven normales, aunque parece que sus huesos y la piel están pegados, veo que traen francotiradores sin mira y a uno le disparan, lanza su arma al suelo y empieza a emanar un aura roja y se transforma en algo muy horrible. Sufre un cambio significante.
Su cuerpo se infla, su piel se pone color carmesí y parece una bestia salvaje ya que viene a cargar contra nosotros sin armas.
Nos disparan y el Brumak hace lo mismo. Veo que los Locust logran herir un poco a los otros miembros de Omega, pero vivirán. Me cubro al igual que los demás, después veo al sargento que toma su oreja para hablar por el intercomunicador.
–No aguantaremos mucho, Control. Necesitamos evacuación.
–En eso estamos, sargento.
–Tenemos heridos, Control, ¿por qué no nos envían el Raven de Loomis?
Cierto, Loomis cuenta con un Raven para él por si alguna vez tiene que evacuar, o simplemente para trasladarse.
–El coronel Loomis se está preparando para el ataque al museo, sargento.
– ¿Sí? Pues dile buena suerte con eso.
–A veces son muy idiotas, ¿no lo crees? –pregunto.
–Sí, demasiado idiotas.
–Descuida, saldremos de esta mierda.
Asiente y seguimos disparando contra los Locust y el Brumak. Este nos asedia con sus ametralladoras en cada muñeca, las cuales son manipuladas por un Locust que es algo así como un jinete.
–Mierda, ¿cuánto más vamos a tener que esperarlos?
–Tu sigue, James –grazna Chris–. No deben tardar mucho.
Llega a mi mente recuerdos de situaciones similares, como cuando me salve de mi primera misión, cuando soporte un ataque de la UIR aquí en Halvo, la Selva. Espero y el resultado se repita aquí.
Veo que el Brumak se mueve un poco, destruimos su arma de la mano derecha. La tensión me hace errar uno que otro disparo y en mi mente aparece una nube que atrofia mi concentración. Me hace pensar en ellos, en Paris.
Saber que puede morir, y todo por mí culpa, por traerla a esto en vez de llevarla a otro lugar, pero no lo hice, la traje a este sitio, al peligro de que los Locust nos maten y que todo fuera en vano.
¡Ya, sosiego!, me grito.
Escucho una comunicación y me cubro.
–Cadete Hendrick, ¿cuál es tú posición? –pregunta Loomis.
–Estamos apoyando a otra unidad, señor –dice con una voz muy nerviosa.
– ¿Cuál unidad? ¿Se quedaron en la isla como ordene?
–Coronel, si no lanzamos el misil, morirán todos los que estén en Halvo Bay –exclama Baird.
–Teniente, escúcheme atentamente. Esa arma la han reservado hombres más listos que nosotros por un motivo. Si la lanzan serán juzgados y fusilados.
Hay un silencio tenso y me quedo clavado al suelo.
Tienen que lanzarla, no importa lo que pase, podría salvarnos de esto. De que la guerra continúe.
¡Lánzala!
–Bien, nos vemos en el juicio. Le sugiero que se cubra, señor.
Se acaba la comunicación y volteo la mirada hacia el sur del museo. Logró ver un destello y sonrió. Chris me dice que siga disparando y lo hago. Ya no tengo que temer a algo más que al impacto del misil. Pero no creo que nos haga algo, o eso espero.
– ¡Sargento! –voltea hacia mí–. ¡Cúbranse! –grito lo más fuerte que mi voz me deja. Mira hacia mí y después al cielo.
El misil se dirige al museo, veo como desprende otros misiles más pequeños para rodear al objetivo en un círculo e impactarlo. Esta cerca y luego, estamos aturdidos por el impacto.
Caigo al suelo, y veo que los demás están igual, escucho que algunos gruñen, entre ellos el sargento y su compañero. Veo a Chris entre el humo que se hace por el impacto y tosemos a causa de ello.
En eso escucho al sargento toser para aclararse la garganta y hablar.
–Aquí Omega Dos. Un poco chamuscados, pero bien.
Veo hacia la posición donde estaban los Locust mientras me levanto. Ya no hay ninguno, el impacto debió hacerlos volar y al Brumak lo afectaron escombros. Me aclaro la garganta y sacudo mi cabello y armadura.
–Eso estuvo bien –oigo decir a Chris.
–Bueno, creo que ahora solo esperaremos la evacuación –exclama el sargento.
Veo hacia la esquina de donde vine y noto que ellas se acercan algo temerosas con Sid en brazos.
–Civiles –dice el compañero del sargento.
– ¿Se encuentran bien? –pregunta Chris cómo si no los conociera.
–Sí –responde Kathe entendiendo su papel–, algo asustados por esa cosa que hizo temblar el suelo.
–Descuiden, ya están a salvo –grazno–. Ahora esperen con nosotros para ser evacuados de aquí.
Asienten y se acercan. Paris está a mí lado, no tan cerca, pero tampoco demasiado lejos.
Esperamos unos minutos y después escuchamos a Ravens acercándose. Son dos y somos diez.
–Bien, ¿cómo nos iremos?
–Nosotros dos con estos civiles y ustedes cuatro que quedan ahí, claro.
–Suena bien, teniente –contesta el sargento–. Bien, hagámoslo así.
Ambos pájaros aterrizan y abordamos, Chris va junto al piloto con la excusa del "poco espacio". En realidad se prepara para tomar el mando. El sargento y resto de Omega Dos ascienden y nuestro pájaro lo hace al poco tiempo que este.
Una vez en el cielo, noto a lo lejos otros Raven encima del tejado de un edificio y a Guardias Onyx. Tal vez sean Baird, Sofía y el resto de su escuadrón siendo arrestados por lanzar un misil sin órdenes explícitas.
Vas a estar bien, Sofia. Espero que nos veamos cuando esto termine.
Escucho que en la cabina del piloto hay forcejeo y finaliza con un gruñido de dolor. Chris me informa que ha tomado el pájaro y que se alejara de Halvo lo más pronto posible.
–Aquí KR Cero Tres, ¿a dónde se dirige KR Cero Uno?
Chris no duda en contestar.
–Aquí el copiloto, vimos a lo lejos a unos civiles, así que iremos a ayudarlos.
–Entendido, buena suerte.
Chris se aleja de ellos y las veo tranquilas, aliviadas de que esto funcione. Igual que yo, ahora solo nos queda seguir este  camino.
El cielo está en el crepúsculo y el museo arde como el infierno y la ciudad donde he vivido durante mis dieciséis años de vida. Donde crecí, pero donde también perdí a mucha gente que me importa, igual arde.
Tal vez no haya acabado hoy, probablemente nos lleve más y estás bestias sigan matando a todos, pero debemos sobrevivir a toda costa. Haremos que ellas y Sid sobrevivan.

Gears of War: ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora