Acto 5 - Capítulo 12

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Veo un lugar completamente blanco y tengo el uniforme. Vago por el lugar sin ver nada, sin encontrar a alguien aquí. ¿Qué es este lugar?
– ¡Hola! ¿Hay alguien aquí?
Nada, creo que por fin eh muerto, pero aun así veo una figura acercándose a mí. Se hace más clara a cada paso.
Es Paris.
–Mi amor –la oigo decir.
–Hermosa –digo con voz temblorosa.
Se acerca y me abraza. Contengo las lágrimas, ya que ella nunca le gusto que llorara.
–Estoy muerto –comento.
–No.
Escucho una voz, pero no es la de Paris…es la de Sophie. Giro la cabeza a mi izquierda y es ella, vestida de blanco al igual que Paris.
–Te falta mucho para eso.
Es la voz de Kathe que está a mi derecha.
–Son ustedes… ¿pero cómo?
–Eso no importa ahora –exclama Kathe.
–Lo que importa ahora es que luches por vivir –dice Sophie.
–Tienes que cuidar de ellas cuatro, tus hijas y esposa, amor.
–Pero ya no quiero…no puedo.
–No es cierto –repone Kathe–. Tú nunca te rendiste y no lo harás ahora.
–Eres fuerte, hermano, nos impulsaste al igual que Chris para luchar y sobrevivir.
–Sophie tiene razón –dice Paris–. Incluso en la muerte más segura lucharas, hasta el último aliento –sonríe.
–Que nada te detenga –añade Kathe.
–Vive la vida que siempre quisiste, hermano.
–No es lo mismo sin ustedes –grazno–. Sin ti, mi amor.
–Pero las tienes a ellas: Sophie, Kathe, Alice –me abraza–. Tienes que hacerlas crecer y que vivan su vida; también hacer feliz a Gill, no le hagas esto.
Me quedo en silencio y las lágrimas empiezan a salir…., tienen razón, no se merecen esto, las cuatro me necesitan.
–Por nuestras esperanzas y expectaciones –digo sonriendo.
–Lucha –exclaman las tres–. Lucha y vive.
Se hacen para atrás y dejo ver el color blanco y me hundo en negro.
Abro los ojos y veo a los médicos y a Ely quien me trajo en la camilla junto con el hombre de piel oscura; los ojos azules de ella y nariz fina. Mis ojos pesan y vuelvo a cerrarlos. Cuando los abro Gill está ahí, pero me caigo en sueño de nuevo.

Esta vez sueño en la ocasión en que Edwin me acorraló a golpes para matarme y dijo al apuntar:
“James, no tengas miedo”.
Él vio a su derecha y yo mire a la misma dirección que él, era Paris. Edwin se fue corriendo y me dejo tirado en el suelo. Ella llego y me ayudo.

Veo a Leah, llorando pero parece feliz, dice unas palabras pero solo logro distinguir un: “Lo siento” y un: “Gracias… Te amo”. Parece dejar una carta y cierro los ojos que me pesan demasiado, aunque siento un beso en los labios.

Gill es la que está ahora sentada, me ve y sonríe y viene a abrazarme. Abro los ojos completamente y ya no se sienten tan pesados.
–Creí que te perdería –susurra.
– ¿Qué paso Gill? ¿Dónde está él? –me cuesta trabajo hablar.
–A él lo encerraron aquí, en Nueva Ephyra.
– ¿Y Gorasnaya?
–Se incinero como la última vez, no sé si quede algo –su voz está entrecortada, apunto del llanto.
– ¿Enserio?
–Sí –empieza a llorar en mi pecho, ya es algo que no podía contener.
–Descuida, yo tome algo de tú casa. Está en el bolsillo del cinturón de la armadura.
Va hacia el cinturón que está en una maleta, saca la foto de ella con sus padres y su hermano, sonríe y sus labios dicen gracias.
– ¿Entonces estamos en Nueva Ephyra?
–Sí, lograron salvarte y nos dijeron que nos traerían aquí. En cuanto llegamos, te trasladaron aquí y te curaron.
–Genial, ¿y cuándo saldré?
–Los doctores dicen que desde hoy, así que…
– ¿Cómo?
–La medicina ha avanzado mucho desde que acabo la guerra, amor, solo quieren que tengas cuidado para que la herida no se abra.
Me muevo y no siento dolor alguno, me levanto y no hay dolor signos de incomodidad, puedo moverme a voluntad. Decido ponerme el uniforme de coronel y salir con él, Gill también tiene uno, pero lo odia, lo sé por sus ojos muy abiertos.
Ahora diviso un sobre en la mesita de al lado de mi cama y Gill me da tiempo. Tomo el sobre y saco una carta.
"Me alegra que estés vivo, James. No sabes cuánto me alegra. Aunque a la vez me entristece el hecho de que no podré decirte esto en cuanto despiertes, me tengo que ir a otro lado sin poder hacer algo al respecto. Lo que quiero es aclarar unas cosas.
Yo fuí la que te trajo a Gorasnaya, me encargue del secuestro de tu hija y sobrina. Te he estado siguiendo la pista y solo deseaba verte, y en mi desesperación, fue la única manera que se me ocurrió. Le di la información a los Indies sobre los niños sin revelar que eran sus hijos de ustedes. Ahora lamento eso, pero de no hacerlo, probablemente Thompson hubiese triunfado, o Edwin. De cualquier modo, pido disculpas.
Es que te amo tanto que solo podía pensar en eso. Quería volver a verte, conversar contigo, reír y besarnos. No hay deseo más grande en mi más que tú seas mío. Probablemente no te vea de nuevo, así que simplemente lo confesaré.
Te he amado desde hace mucho y lo seguiré haciendo, Jim.
Por favor, perdóname, o espero que no me odies por lo que hice.
Espero volver a vernos algún día.
Te ama, Leah Wright".
Así que esto fue tu culpa.
Que mujer más problemática, no creo poder entender tus razones o tu sentimientos. No sé siquiera quién eres realmente.
Tiro la carta al basurero y voy afuera de estás cuatro paredes. De inmediato veo a mis gemelas, mi niña Alice y mi querida Gill.
–Papá –dice con alegría Kathe y me envuelve.
–Papá –exclama Sophie y levanta a Alice quien parece dormía.
–Hijas –digo con alegría.
–Pensamos que morirías.
–Yo igual, pero luche por vivir para cuidarlas siempre –como su madre me dijo–. No las dejaré, a ninguna de ustedes –les doy un abrazo.
– ¿Ya podemos ir a casa? –pregunta Sophie–. Es que ya quiero comer, mamá.
Volteo a ver a Gill y sonríe como si no le sorprendiera la palabra.
–Claro, hija, vamos. Bueno, sí su padre puede.
–Por supuesto –afirmo con un gusto inmenso.
Vamos a la salida y ya nos esperan el resto de nuestra familia.
– ¡Vaya! –grita Taylor–. ¡Lo has logrado!
– ¡Te lo dije! –escucho a Sid quien se acerca con Matt y Michael–. Me debes veinte ahora.
–Está bien, te los pago cuando volvamos.
–Eres un blanco muy duro, hermano, pero eso está bien. ¿Nos vamos? Ya estoy cansado.
Afirmo y nos dirigimos al aeropuerto, es cuando veo a Franklin y Scott.
–Me da gusto verte, coronel.
–Sabes que no soy parte de la COG aunque Howard nos haya nombrado coroneles.
–Sí, lo siento. Aquí están sus vehículos que les llevarán al aeropuerto y luego a Halvo Bay.
–Gracias, sargento, lamento lo del ministro Howard.
–Él sabía que iba a morir, así que decidió dar su vida por salvarnos de una guerra.
–Y no fue en vano, gracias entonces, Howard –exclamo al cielo–. ¿Y Leah?
–Encerrada. Ella admitió que era cómplice de Edwin y Alexander. Explicó que habían puesto una bomba en cada uno de los vehículos que trajimos, se dejó atrapar a propósito pero Edwin la traiciono y Alexander no le apoyo. Como mujer despechada, y gracias al amor que te tenía, quito la bomba de cada uno rápidamente y se entregó. Ahora solo pasará dos años encerrada en la cárcel de máxima seguridad de Nueva Ephyra.
–Bueno, al final hizo lo correcto –asiente–. Cuídense y cuiden Sera.
–Eso haremos.
Lo saludo de mano y después subimos a los autos. Scott va a uno y me sorprende.
– ¿Volverás?
–Sí, después de todo ya no tengo nada que hacer ahí, solo esperemos a Nick y a Annie.
–Claro.
Vienen corriendo con una sonrisa, ya bañados y con ropa decente. Suben con Scott y partimos al aeropuerto de Nueva Ephyra.
Llegamos en treinta minutos y luego tardamos otros treinta en partir a Halvo. Cada quien ya en su asiento y listo para regresar a nuestro hogar.

Gears of War: ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora