Acto 1 - Capítulo 4

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Tomamos suficientes municiones y partimos, no falta mucho para salir de Halvo. A pesar de la pausa que tuvimos y ese desvío necesario, estamos por buen camino acercándonos a la calle Ash y una salida pronta.
Miro a Kathe tomando el revolver de manera torpe y está muy curiosa viéndole seguido. Parece una niña con su juguete nuevo.
Ahora sentimos la tierra retumbar y nos detenemos unos segundos para luego volver a sentir eso. Calmamos a todos con el argumento de que son bombas a lo lejos.
Caminamos y observo del otro lado de la calle a Gears, uno es de cabello rubio, con lentes de mecánico en la cabeza, herramientas y porta un uniforme que lo distingue como teniente, lo conozco, es Baird, ascendido hace una semana.
Otro de ellos es de piel oscura, tiene cabello corto y negro, es un simple recluta, pero lo conozco del mundo del deporte, una joven promesa llamado Augustus Cole.
Otro porta un uniforme color verde, como los de la UIR, es viejo y noto que tiene la mitad del cuerpo quemado, creo que es un soldado de la UIR que estuvo en la explosión del Misil de Masa Ligera, aunque no sabría en cuál de los dos ataques estuvo. Debe ser de los Independientes que se unieron al programa Open Arms.
Y la última es una mujer con cola de caballo en su cabello pelirrojo y trae un uniforme de la Guardia Onyx, pero no tiene el casco y eso significa que sigue siendo una cadete. También la conozco, es Sofía. Le digo a Chris y la ve, me encamino y él me detiene.
–James, estamos apunto de irnos de esta pesadilla. No pierdas el objetivo.
–Es nuestra amiga.
–También quisiera ir y saludar, pero solo preguntarían qué hacemos aquí. Evitemos que avisen a cualquiera.
–Muy bien.
Lo único que me daría gusto sería decirles que tengan suerte ya que se dirigen al convoy que destruyeron, pero lamentablemente no puedo hacerlo.
Suerte, Sofía.
Regresamos al recorrido y de repente escuchamos un grito siniestro que ya habíamos oído, es ese monstruo que vimos, en el que ese general va montando.
–Sigan caminando, está muy lejos para que nos haga algo –exclamo.
Ya nos hemos alejado lo suficiente del peligro del museo y aquí no hay más almas que nosotros seis. De este lado las luces ya no funcionan y otras están rotas, dificulta un poco la vista, la única guía es el museo en lo alto de un relieve.
–James, el cielo a lo lejos –señala.
Miro que en la oscuridad aparece un tono naranja atardecer, algo extraño. Chris enciende su comunicador y escucha que atacarán las cercanías del museo con Martillos del Alba. Chris y yo no evitamos sentirnos más aterrorizados.
– ¡Corran!
Chris toma a Sid y hago que me sigan el paso por las calles, sé que no falta mucho, pero los Martillos complican todo.
Estoy preocupado, la adrenalina me empieza a subir por todo mí cuerpo más y más y la tensión y los nervios la acompañan. Alzo la mirada un momento al cielo y este tiene más el color naranja.
Busco entre los edificios un lugar momentáneo para ocultar nos de la ráfaga del Martillo y encuentro un contenedor de basura grande. Les ordeno entrar y lo hacen, yo tomo a Sid en tanto para luego dárselo a Sophie y entrar junto a ellos.
Chris y yo cerramos este y el ataque sucede. La tierra retumba un poco y sacude todo, nos tomamos de las manos y rezamos porque no nos suceda nada a esta distancia. Paris toma mi mano muy fuerte, está realmente asustada. Noto a Sophie igual y Sid tiene lágrimas en los ojos.
El calor se hace presente, como una calurosa tarde de verano y el sonido del rayo orbital se detiene súbitamente. Chris me mira y señala que salgamos él y yo. Dejo a Paris y salimos a inspeccionar el sitio. El museo está en una pieza y no escucho más que a gente que no veo gritando. Chris queda confundido y lleva su vista a los tejados. Lo acompaño y noto a gente encima, mucha, eso me explica porqué todas las calles estaban tan vacías, pero ahora gritan y gimen. Debe ser por el Martillo.
Sacamos a todos de allí y les decimos que es seguro de momento. Sid encuentra consuelo con Sophie y decide llevarlo consigo de momento.
Avanzamos a la salida de la ciudad por la carretera hacia Autri, una ciudad cercana a Halvo. Paris señala que apesto y le doy un abrazo para que se le quite.
Luego de cinco minutos de caminar encuentro la salida a lo lejos y está bloqueada por un muro que se cayó.
– ¿Qué pasa? –pregunta Kathe.
–La salida… está bloqueada.
– ¿Esto es la salida? –pregunta Chris en tono alto.
–Sí, la misma de hace unos años cuando... –me detengo repentinamente ya que no quiero hablar de eso con Paris enfrente. Miro a Chris y comprende bien a qué me refiero–. Creía que podríamos salir por aquí.
–Pues ya no, James.
Todos nos quedamos en silencio ya que ninguno de nosotros tiene idea de qué hacer ahora. No puede ser, esta salida era perfecta ya que no habría Locust. ¿Ahora qué?
–La única salida seria la costa –exclama Chris–, aunque tardaríamos todo el día en llegar.
–Eso estaría mal, tenemos que cuidar a mí hermano, Chris –dice Kathe–. No lo quiero arriesgar.
–Es eso o condenarnos a morir aquí –digo.
Kathe mira a Chris y luego a mí y su cara tiene preocupación por donde la veas y luego baja su mirada al suelo para pensar. Observo a Paris y está preocupada al igual que Sophie quien ve a Kathe y Sid está tomado de la mano de ella sin entender lo que en realidad pasa.
–Está bien, pero prometan que nos sacaran de aquí.
–De acuerdo –decimos al unísono.
–Ahora guíanos tú, Chris.
Él asiente y lo seguimos.
Ahora tendremos que pasar por toda la ciudad para llegar a la costa, pero no sé si hacerlo, después de todo, ese monstruo acecha y está poniendo en riesgo a todos los que estamos aquí. No logro encontrar lógica en este plan.
–James –murmura Chris y me acerco dejando a Paris.
– ¿Qué pasa?
–Ven, tenemos que adelantarnos un poco más.
Lo hacemos y volteamos sonriendo para seguir hablando.
–Ahora sí. ¿Qué sucede?
–No podremos salir yendo a la costa, creo que te lo imaginabas, ¿cierto?
–Me lo imagine, pero algo me decía que podría funcionar.
Miro en su cara resignación y tristeza, debe ser por esto y en parte porque lo de los padres de Kathe lo afectó mas. Diviso atrás y ellas sonríen con entusiasmo, como si enserio hubiera alguna posibilidad de largarnos y de poder vivir. No permitiré que se vayan esas sonrisas.
–Lo lograremos, Chris.
– ¿Cómo, James? No hay posibilidades de poder salir.
–Sí la hay.
– ¿Y cuál sería según tú?
–La única posibilidad ahora es por aire, entonces…
–Ni lo digas, James –interrumpe–. Es arriesgado y sabes que nos harían, ¿cierto?
–Dime una mejor idea entonces.
No la tienes, me digo a mí mismo. No hay alternativa, es esto o como él dijo, condenarnos a morir.
–Bien, ¿alguna idea de cómo hacernos de un Raven?
–No, pero ya veremos cómo tomar uno por no decir robar.
Nos detenemos para que ellas estén con nosotros a un lado y yo voy con Paris. Sonríe y yo hago lo mismo. Es hora de que salgamos de aquí a cualquier precio, sin importar que pase conmigo o Chris, sabemos el costo y no le tememos. Ya no quiero sentir esto dentro, debo sacar el pecho y hacer que esto se haga realidad.

Gears of War: ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora