Con Padre en casa todo parecía más fácil, y con los nuevos empleos de Prudencio y Xurxo, empezamos a comer mejor. Pero pronto nos dimos cuenta de que, tras la muerte de mi abuelo, la comida y el dinero volverían a faltar como antaño.
—Hijos, ya estáis acostumbrados a estar sin mí. Me preguntaba qué os parecería que embarcara en un pesquero que está aquí en Vigo. Me han ofrecido un empleo, bien pagado. Podremos permitirnos carne una vez a la semana y quizás comprar una cama nueva. Serían solo cuatro meses, pero si les parece que hago bien el trabajo, me han dicho que podría embarcar más veces y más tiempo pero por más dinero. Esta vez es de verdad, no me voy a ninguna guerra. En fin, ¿qué opináis?
Brais comenzó a escribir rápidamente lo que Padre acababa de decir en un papel para mostrárselo a Xabier. Mientras tanto, las quejas comenzaron:
—¡La última vez que nos dejaste solos Xabi se quedó sordo! —gritó Xurxo señalando a Prudencio, culpandolo de aquel accidente.
—¡Cuatro meses es mucho tiempo, Padre! ¡¿Después de todo lo que hemos esperado para tenerte en casa?! —se quejó Constante.
—¡Iago apenas te conoce! —le espeté yo.
Cuando Brais hubo terminado de transcribir sus palabras, Xabier negó con la cabeza.
—¡Basta! Pensad que lo hago por vosotros. ¿¡Creéis que después de todo lo que he sufrido quiero irme otra vez!? ¡Pues os equivocáis! ¡Perdí muchos amigos en la guerra, para mí fue tan duro como para vosotros irme!
Padre nos calló. Al fin y al cabo, él haría lo que creyera conveniente para nosotros.
—Sabéis que la abuela os puede ayudar con lo que necesitéis, igual que Consuelo. Todo el mundo os quiere bien, en caso de necesidad os echarán una mano.
Yo empecé a llorar.
—Papá...
Era la primera vez que me atrevía a llamarlo así. Pensé que se enfadaría, pues siempre lo habíamos llamado Padre, como fórmula de respeto, pero sin embargo, él me acercó a si y me abrazó con mucha ternura.
—Todo irá bien, ya lo veréis.
***
Padre se marchó dos días más tarde después de aquella conversación. Y con su ida, nuestra abuela se vino a vivir a nuestra casa.
La abuela era una persona muy cascarrabias y mandona. En cuanto llegó a casa organizó todo a su gusto.
—¡Panda de inútiles! Moved vuestros vagos culos e id a trabajar. ¡Esto es lo que pasa cuando en la casa no hay ninguna mujer! ¡Está asquerosa! ¡Barred ahora mismo! ¿¡Y qué es esto!? ¡Huele fatal!
En cuanto podíamos, huíamos de casa. Mi mejor baza era Miguel, pues mi abuela tenía la estúpida esperanza de que algún día el maestro contrajera matrimonio y tuviera una hija y que, gracias a mí, mi hermano algún día tuviera alguna posibilidad con ella, por lo tanto, casi me obligaba a salir a jugar con él.
—Oye, tu abuela está un poco mal de la cabeza, ¿verdad?
—No lo sabes tú bien, Miguel.
![](https://img.wattpad.com/cover/159174036-288-k820937.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Memorias de un anciano
Ficción históricaAnxo es un viejo, un viejo con demencia. En su familia nadie lo valora pues para ellos no es más que chatarra, sobre todo para su bisnieto Ramón. Pero cuando Anxo comienza a contar su vida de trabajo y sacrificio, despierta en su nieto curiosidad po...