Capítulo 2

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El cálido aire mecía mi pelo poco a poco, mientras que comenzaba a despertar y pensaba en el nuevo olor que tenía a mí alrededor.

Mientras que me despertaba y mientras que abría los ojos, noté como alguien acariciaba lentamente mi mejilla. Entonces comencé a pensar... no. No podíamos haber mantenido relaciones forzadas la noche anterior. Y de pronto pensé en la fiesta benéfica de la noche anterior.

Abrí finalmente los ojos y ellos encontraron a Darío ante mí.

Me sobresalté incorporándome en el sofá, mientras que pensaba en la forma en cómo Darío iba a castigarme esta vez, por no haber dormido a su lado. Algo que nunca me había perdonado, desde que estoy a su disposición desde hace años.

Cuando me ubiqué completamente y me vi en el salón, vi que mi marido tenía puesto una bata encima y su pelo parecía estar mojado. Pero no lo distinguía. Ya que a veces usaba gomina o espuma para asentar su pelo.

―Buenos días, preciosa ―dijo amablemente.

Esto es algo que me extraña de él. La amabilidad es algo que nunca había tenido por la mañana en días en que no dormía a su lado, cuando estábamos en Florencia. Pero temía a su respuesta, si yo le respondía. Así que no le respondí.

―¿Qué pasó anoche? ―me preguntó él.

―Tuve una pesadilla, Darío. No quería despertarte como algunas madrugadas en las que me encuentras lamentándome con mis lloriqueos.

―Lloraste anoche cuando tuviste esa pesadilla.

―No. Solo me puse la bata de seda y bajé al salón. Y me...

―Y te quedaste dormida en salón cuando pensabas.

―Exacto. Y perdóname por dejarte solo.

―Lo comprendo Inés. Es la primera noche en la cual la pasas en un lugar que te trae recuerdos. Recuerda que hoy es viernes y los viernes solemos hablar sobre los problemas que ahora rondan tu vida. Pero si prefieres dejarlo para cuando estemos de nuevo en Florencia, lo entenderé.

Olvidaba que aparte de ser mi marido y mi médico, también era mi psicólogo en lo que a mí respecta desde que estoy a su lado. Pero a pesar de todo, una terapia no me valdría para salir del infierno en el cual, él mismo me había metido desde hace mucho tiempo. Desde que no le correspondo como es debido como mujer y esposa.

―Lo haremos ―dije―. Voy a preparar el desayuno.

―Tranquila, Inés. Iremos a desayunar fuera de estas paredes. Pero antes tenemos esa sesión de terapia.

―Vale.

Hice una pausa:

Para Ti Es Mi Voluntad (Química Entre Nosotros I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora