―Tienen dos minutos. Pero recuerde señor Medellín que ella no puede decirle mucho. Desde hace días no sabe cuál es su propio nombre ―escuche.
Si se quién soy. Me llamo Inés Barquero. ME LLAMO INES BARQUERO. Necesito ayuda para salir de este lugar. Cualquier cosa o alguien que me ayude a hacerlo y Estefan era la persona correcta. Pues estaba aquí.
―Tan mal esta ―dijo Estefan, mirándome como si fuese una extraña.
―Sí.
Quería gritar, pero no podía. Me habían puesto un calmante muy potente y me había puesto otra droga que ni siquiera sabía que era.
Comencé a moverme poco a poco y exhausta. No podía hablar, pero sí que podía ver como mi Estefan estaba ahí ante mí. Sin saber que decir.
El director del centro psiquiátrico terminó de irse y en breve, Estefan se sentó a mi lado y comenzó a acariciarme el pelo.
―Te vas a poner bien. No debí dejarte sola en aquellos momentos en los que intentaste matar a Manuel.
Eso no es cierto. No intenté matarle. Eso solamente lo dice él para mantenerme aquí, me dije para mí misma.
Un olor que reconocía apareció de pronto y mientras que el olor permanecía en el aire, vi como las lágrimas de Estefan comenzaron a caer lentamente sobre sus mejillas.
Vi unas manos y supe que no estaba solo.
―¡Por qué no me impediste verla así!
―Te dije que no querías verla así, Estefan. Pero no me creíste. Yo también quiero a Inés y sé que es muy duro ver que está atada a una cama. Pero te prometo que haré cualquier medio para que se cure.
Esa voz me era familiar.
―¡Crees que es muy difícil que ella vuelva a reconocerme, Manuel!
―¡NO! Que se vaya ―dije―. Que se vaya. Estefan se levantó enseguida de mi lado y dijo:
―¿Que le ocurre?
―Ya ves que no...
―Salgan de aquí. Vamos a ponerle un calmante.
―Adelántate Estefan. Voy a ver si la calman.
―Te espero en el coche.
Estefan se marchó y no podía gritar otra cosa. ¿Por qué diría eso ante su presencia?
Manuel se acercó a mi cara y nos miramos fijamente a los ojos, mientras que los enfermeros me sujetaban. Entonces pude ver el odio y el deseo en esa misma mirada.
―Volveré cuando se te pasen los efectos del calmante y la droga querida. No voy a parar contigo hasta que no me digas algunas cosas que necesito saber con respecto a quien sabe todo esto. Y si tengo que matar a Estefan, a esa tal Isa o te tengo que matar a ti, no me va a atentar la mano para hacerlo...
Desperté enseguida después de aquel sueño, en el cual no me soltaban nunca. Enseguida supe que estaba en la cama y con mi marido al lado. Que no paraba de mirarme sin parar.
―Tutto bien.
Asentí. Pero en realidad no lo estaba.
―Mírame a los ojos, Inés. Lo hice lentamente.
―No lo estas, verdad.
―No. Te mentiría si te digo que sí, pero mis recuerdos son más frecuentes.
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Para Ti Es Mi Voluntad (Química Entre Nosotros I)
Teen FictionTras unos largos años sin regresar al país, Inés Barquero regresa de la mano de su esposo. Darío Palmieri. Un hombre dedicado a su profesión de psicología. Donde conoció a Inés cuando esta estaba siendo torturada por el antiguo director del centro p...