Capítulo 29

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―Instálese, Inés. Será su habitación durante su estancia en Florencia ―dijo el doctor Palmieri.

―Gracias.

―Sí necesita algo, no dudes en pedírmelo.

―Pues solo hay una cosa ―dije.

―¿Cual?

―Ropa. No puedo sobrevivir con unos vaqueros y una camisa siempre.

―Iremos de compras cuando descanses.

―Gracias. Mañana buscaré un trabajo. Así no daré muchas molestias.

―No se preocupe. Moveré unos hilos y en cuanto menos se lo espere, tendrá trabajo.

―No tiene por qué hacerlo, doctor Palmieri.

―Debo de hacerlo. Ahora es usted una invitada en mi departamento.

―Le devolveré el dinero en cuanto...

―No se preocupe, ya se lo he dicho. Hizo una breve pausa:

―Si comienza a preocuparse por esos problemas que no ha tenido en el pasado, volverá a caer enferma. Es un consejo que le doy.

―Lo tendré en cuanta, doctor Palmieri. Él asintió y después dijo:

―Voy a seguir dándole terapia una vez por semana.

Que este aquí, no significa que se escape de mis terapias.

Asentí.

―Descansa, Inés. Voy a ver si puedo volver a la consulta de mi padre para ayudar en lo que pueda.

―¿Y si no puedo descansar?

―Puedes hacer algo con lo que puedas sentirte útil...

Desperté de pronto y sentí esa sensación de vomitar.

Cosa que no hice.

Me levanté y al instante vi a Darío dormido. Entonces decidí no despertarle.

Me llevé ropa que cogí en breve y me fui hacía el otro cuarto de baño para no molestarle.

En cuanto me duché y me vestí, escribí una nota en la que puse:

Para Ti Es Mi Voluntad (Química Entre Nosotros I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora