Mi estancia durante el club fue agradable. Ya que mis medios hermanos Manuel y Guadalupe no fueron por el club aquella tarde. Me pregunté en qué diablos estarían metidos. Pero al que si vi fue a Gabriel. Que parecía seguir practicando tenis. Entonces supe que se seguía cuidando con el paso de los años.
Darío me dio permiso de tomar sol en la piscina, mientras que él me contemplaba hacerlo. O al menos es lo que me hizo entender con sus miradas de deseo. Pero sabía que lo hacía para sacarme de los pensamientos que en esos momentos mi mente solo solía estar. En Estefan y en mi venganza.
―Una noche sin sexo por tus pensamientos en estos momentos―escuché.
―¡Perdón! ―dije―. No te estaba escuchando.
―Lo sé ―me respondió Darío―. Por eso he roto tus pensamientos. Para que me escuches.
―¿Qué deseas?
―A ti en una de las habitaciones del club. Pero no hemos venido aquí para exhibirte en una de las habitaciones, si no, para establecer vida social con la gente que más odias y cuando lo hayamos conseguido dentro de unos minutos, nos iremos a casa.
―Ciao señor y señora Palmieri ―escuchamos.
Miré hacía mi lado izquierdo y vi a Gabriel ante nosotros. Sonriente como cuando estaba siempre ante mí antes de lo que ocurrió.
―¿Qué le trae por aquí, señor Barquero? ―le preguntó mi marido.
―Vengo a jugar al tenis con algunos amigos desde hace años. ¿Qué hacen ustedes por aquí?
Si él supiera porque en realidad estamos aquí, quizás no lo preguntaría.
―Hemos salido a pasear por la ciudad y paramos a comer aquí. En este club del que tanto me habían hablado hace años. Y mi esposa ha decidido tomar el sol. Yo solo contemplaba como lo hace, porque soy...
―Un hombre enamorado ―terminó de decir mi hermanastro.
Pero me percaté de que mi medio hermano solo sabía mirarme atentamente.
―¿Qué ocurre, señor Barquero? ―le preguntó Darío.
―Lo siento, señor Palmieri. Admiro el parecido que tiene su esposa con mi hermanastra Inés.
―Lo cierto es que se parecen mucho. Pero Inés está muerta.
Hicimos una breve pausa:
―Querida, voy a ir a buscar algo para tomar. ¿Quieres algo?
―Solo un zumo de naranja ―dije con acento italiano.
―Ahora te lo traigo.
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Para Ti Es Mi Voluntad (Química Entre Nosotros I)
Teen FictionTras unos largos años sin regresar al país, Inés Barquero regresa de la mano de su esposo. Darío Palmieri. Un hombre dedicado a su profesión de psicología. Donde conoció a Inés cuando esta estaba siendo torturada por el antiguo director del centro p...