Asumiendo, El Solsticio Y Buenas Noches Cumpleañera.

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Si, Noah estaba enojado con las tres, solo hablaba con Robert.

El seguía con Emma de arriba para abajo, no había dejado que le hablara o explicara nada, simplemente no quería saber.

Yo estaba enojada con Hellen, ella me habia prometido que no haria nada y lo del video era simplemente desagradable.

Estábamos en clase de Anatomía, se suponía que estábamos trabajando los dos pero estaba el silencio reinante, solo me hablaba lo necesario.

Aun me acompañaba de camino a la universidad y a casa pero estábamos siempre en silencio.

Aun no sabía por qué estaba tan molesto conmigo, su novia la estaba engañando, Lisa y Hellen solo habían intentado ayudarlo y yo...

Yo no había hecho nada por eso simplemente le hacía compañía porque sé que la necesitaba aunque no me hablara.

Aunque aun me dejaba de recriminar a mi misma que no hubiera hecho nada; preferiría que estuviese molesto conmigo por algo real.

Salimos de clase y caminamos juntos.

— ¿Vas a venir? — El me miro serio. — Mañana.

— No lo sé. — Contesto serio.

Seguimos así hasta que llegamos a mi casa.

— Deberías, necesito a mi mejor amigo. — Cerré la puerta y suspire, mama me miro.

— ¿Aun está enojado? — Yo asentí. — ¿Que paso entre ustedes dos?

— Ya te lo dije mama, aun así no sé por qué no me habla. — Ella me dejo el almuerzo en la mesa.

— Te voy a dar un consejo linda. — Mama se sentó a mi lado y me miro. — Él no está enojado contigo, ni con ninguna de ustedes en realidad, está enojado consigo mismo.

— ¿Pero por qué? ¿Por qué no me habla, Mama? —Ella me abrazo.

— Pero no evita tu compañía ¿O sí? — Yo negué con la cabeza. — Entonces te necesita hija, solo es muy orgulloso para que lo veas débil porque lo creas o no está herido.

Entonces lo pensé, ¿Cuál era el único tema del que Noah no hablaba jamás?

Ana.

Nunca supe que había pasado con Ana, él nunca hablaba de ella.

Bingo.

— Eso es. — Le di un beso en la mejilla a mi madre. — Gracias mama.

Me levante de la silla dispuesta a irme.

— Disculpa ¿A dónde crees que vas?

— A confrontar a Noah. — Le dije como si fuese obvio.

— No señorita, nadie va a confrontar a nadie sin comer, y no te levantas de esa mesa hasta que dejes el plato limpio ¿Me entendiste? — Yo suspire y me senté en la barra. — Así me gusta.

Ya iba a cumplir veintidos.

Cuando termine el almuerzo me cambie el uniforme, salí de mi casa y cruce la calle.

Elise me abrió la puerta y me dejo pasar, yo subí directo al cuarto de Noah, me pare en la puerta, estaba sentado con las piernas cruzadas con la computadora de un lado y los libros del otro, también tenía los audífonos grandes colocados.

— Ana. — Dije y el me miro entre asustado y confundido.

— ¿Disculpa? — Él se dejó los audífonos en el cuello y me miro.

¡Oh Noah! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora