11: Batalla interior.

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Entré corriendo a la casa, evitando cualquier lugar común donde me podría cruzar con alguien, para ir directo a la ducha de mi habitación. Quería mantener mi encuentro con Cameron para mí, por lo menos por el momento, y no se me daba bien andar dando explicaciones, menos si se trataba de Ian o Emily. Después de todo, sabía que Simón no estaría allí. ¿A quién le importa Simón? A ti, Smith, por más que intentes negarlo.

Un poco resignada, me dejé relajar con el agua caliente de la ducha mientras meditaba los sucesos que había vivido esta mañana. Haberla pasado con Cameron me había recordado lo bien que la pasábamos juntos y lo mucho que lo había extrañado. El simple hecho de pensar que fuimos mutuos compañeros durante unos cuantos años era la prueba suficiente de que era importante pese a que, tal vez, me había negado a creerlo.

Cuando terminé con mi ducha y me vestí con algo cómodo, junté la ropa que había utilizado para correr y me dirigí al lavadero para hacer mi parte en ayudar. No pensaba dejar que Carmen se encargara de mi ropa cuando la pobre mujer debía poder con toda la de la familia. Revisé todo el lugar, en busca de lo que fuese que quedara para lavar, antes de poner en funcionamiento el lavarropas. Mi humor había mejorado, de manera que me encontraba tarareando cuando la voz de Carmen captó mi atención.

—Hola, niña —La mujer traía una gran cesta llena de ropa de los Hilton—. ¿Te molestaría ayudarme con esto?

—Claro que no me molesta, Carmen —Sonreí mientras me hacía cargo de la cesta para que ella pudiera ponerla en el otro lavarropas—. ¿Cómo te trataron estos inadaptados que se creen más por tener dinero?

—Sabes que no me gusta que hables así, jovencita —El regaño de Carmen me hizo sonreír. La mujer me retaba cada vez que debía algo malo de los Hilton en su presencia—. Y estuvo bastante tranquila. Sólo la Srta. Hilton desayuno en la casa.

— ¿Sólo la descerebrada? ¿En serio? —Fruncí el ceño un poco sorprendida por esta noticia.

—Cuida tu vocabulario, Valery Smith —Carmen volvió a regañarme—. Pero si, ni Emily estuvo en la casa. Salió a desayunar con Ian y su primo, Simón a algún lado que no me dijo.

—Mmm... — ¿Por qué demonios Emily había aceptado salir con ese par? Quizás porque tú te fuiste sin decir nada, Einstein.

— ¿Estás buscando que vuelva a regañarte? No prejuzgues, Valery, tienes que comenzar a creer en las personas un poco más. —Carmen posó su mano en mi hombro.

—No creo que pueda, Carmen —Suspire antes de ofrecerle una sonrisa triste—. Nunca me dieron razones para confiar en nadie, veo difícil poder cambiar eso.

—Lo hiciste con mi nieta y conmigo, no te engañes —Carmen sonrió mientras volvía a su tarea—. Y ahora eres una más de nuestra pequeña familia.

—No es lo mismo... —Intenté quejarme, sin mucho éxito.

—Niña, deja de negarlo. Deberías pensar en darle una oportunidad a ese par que se esfuerza por ayudarme tanto —La sonrisa de Carmen me daba la pauta de que ella le tenía estima a ambos. Sip, Ian y Simón se habían ganado una aliada—. Deja de alejar a las personas.

—Lo intentaré. Ahora si me disculpas —Besé su mejilla antes de guardar la canasta donde debía—. Iré a continuar pintando.

—Ve tranquila, mi niña. Y piensa en lo que te he dicho. —Fueron sus últimas palabras mientras me iba del lavadero.

Carmen sabía que haría exactamente lo que me había pedido. La mujer era de esas personas que sabiamente daban consejos y no en vano. Siempre tenía la palabra justa para dar gracias a toda la experiencia que había adquirido a lo largo de los años. Carmen era una persona sabia y había encontrado, con el tiempo, la manera de dejarme pensando en todo lo que hacía.

Lonely Soul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora