28: Buenas nuevas y un mal presentimiento.

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Cuando las cosas estaban en orden, la vida pasaba demasiado rápido. Parecía ayer cuando le había jugado la broma a Simón sobre mi accidente con su Harley, sin embargo, ya habían pasado un par de semanas. Las cosas habían estado tan bien que era difícil no disfrutar de la falta de preocupación en esos momentos.

Todo se había tratado de una competencia entre parejas para ver quiénes eran los más empalagosos. Algo que a Ian y a Emily se les daba muy bien, por cierto. Ambos habían decidido dejar de ocultarse, dejando que en claro que su cariño era verdadero con cuanta demostración pública podían dar. Estaba un poquito cansada de ello. Simón sólo se reía en los momentos en que yo me quejaba y los chicos intensificaban sus acciones con la única intención de torturarme. Menudo par de amigos me había buscado.

—Definitivamente necesitan despegarse, ya no sé sí son capaces de ir al baño por si solos. —Les había dicho una vez, haciendo referencia a que se la pasaban la mayor parte del tiempo, por no decir todo, juntos.

—Nosotros los tuvimos que soportar a ustedes, así que ahora es tu turno de soportarlo —Había sido la respuesta de Ian que había logrado dejarme con la boca abierta—. Supéralo, Smith.

Emily y Simón estallaron en carcajadas cuando vieron que no tenía forma de retrucarle. Había sido la primera vez que Ian se enfrentaba a mi persona sin que yo lo ignorara. Era un buen tipo. Estar en una relación con su primo me había permitido conocer un poco más acerca de él. Sabía de sobra que Ian no era igual al resto de su familia, sin embargo, no dejaba de sorprenderme el alma generosa que tenía y lo feliz que era con las pequeñas cosas. Disfrutaba de pasar mucho tiempo con Emmy y su abuela o molestando a su primo, sin tener en mente como su familia podía ostentar el dinero para forjar relaciones.

El transcurso del tiempo me había permitido notar, sin entrar en pánico, como las cosas podían cambiar con rapidez. De jurarme nunca tener amigos y abrirme a una relación por desconfiar del accionar de los demás, había pasado a tener una buena cantidad de amigos de confianza y una especie de novio que se encargaba de hacerme sentir feliz. Y, la mejor parte de todo, no me sentía incomoda con los cambios. Por el contrario, comenzaba a darme cuenta la cantidad de cosas que me había perdido por ser terca.

Y, por si todo eso no fuera poco, estaba de regreso a una de mis grandes pasiones. Tener el motocross al alcance de mis manos, como tenía la pintura, me hacía estremecer de felicidad cada vez que lo pensaba. Parker se había encargado de ir informándome, casi a diario, los avances en el arreglo de la moto y los preparativos para mi carrera de regreso. Las piezas comenzaban a encajar y no podía estar más agradecida por ello. Ya quería mostrarles a Simón y a Emily lo que era capaz de hacer arriba de una moto, tenía la necesidad de compartir por completo esa parte de mi vida con ellos.

Ahora, debajo del árbol que tantas veces me había refugiado, podía disfrutar de pintar un paisaje mientras Emily leía un libro para matar el tiempo. Estábamos esperando a que terminaran la reunión familiar que los Hilton estaban teniendo para decidir que hacer junto a Simón e Ian.

—Mierda.... —Que Emmy rompiera nuestro silencio me asustó un poco. Cuando gire para verla, se estaba sacudiendo como si intentara quitarse de encima algo.

— ¿Qué sucede?

—Acabo de tener un mal presentimiento —Emily cerró su libro sin siquiera mirar la página por la que iba—. Por favor dime que no correrás hoy, que faltan meses para que lo hagas...

—No creo que lo haga, Emmy, no tuve noticias de las chicos —Fruncí el ceño, estaba comenzando a preocuparme—. Tranquila, todo está perfecto.

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