63: La hija de John Smith.

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—Ni se te ocurra —Emily tenía un cepillo en la mano que parecía un arma—. No vas a alizar el pelo, no esta noche.

—No hay forma de que yo aguante mis ondas Emily —La plancha para el cabello se había transformado en mi escudo—. Voy a alisarlo y no me vas hacer cambiar de opinión.

—Vas a dejar tu cabello en mis manos o voy a dejar de ser tu amiga, entrega la planchita ahora — ¿Hablaba en serio? La seriedad de su expresión me hizo entregarla sin en su dirección..

—No sé cómo vas a lograr que se quede en su lugar, está más rebelde que nunca —Me mire en el espejo, tenía el pelo inflado y sin forma alguna.

—Ponte el vestido mientras termino de peinarme, luego ven a mi habitación y déjalo todo en mis manos. —Emily sonrió ampliamente al darse cuenta que había ganado.

No sabía que se traía Emily entre manos, pero a lo largo del tiempo había aprendido a no contradecirla. La dejé irse a su habitación antes de tomar el vestido de mi nuevo armario junto con los zapatos negros que me pondría. Una sonrisa se dibujó en mis labios al verlo.

Deje correr la suave tela por mi cuerpo y me puse los zapatos para completarlo. Miré el espejo de cuerpo completo y mi sonrisa se amplió. Me veía realmente bien, aun sin tener el cabello arreglado, el vestido hacía su magia logrando que mi figura se estilice junto con los zapatos. El reflejo que me devolvía el espejo me gustaba cuando la mayoría de las veces no le prestaba demasiada atención.

—Valery Smith eres hermosa y el rubor en tus mejillas completan tu look —Emily sonreía ampliamente cuando entré en su habitación.

—No es gracioso. —Me quejé, tomando asiento donde me había indicado.

—Perdona si me sorprende verte ruborizada, no es algo común en ti.

—Deberías verme cuando Simón está cerca y comienza con la catarata de halagos que me da —Dije riendo un poco—. Pero poco hablas de lo hermosa que estás tú, te queda hermoso el vestido.

—Mentira —Rió para quitarle importancia a mi cumplido—. Y ahora me dedicaré a poner en orden estas ondas rebeldes, como las llamaste antes.

Como diga mi general. Dejé que Emmy hiciera su magia y disfruté de sus dedos ocupándose de mi cabello con la mayor delicadeza que la chica podía tener. El lugar que había elegido para que me sentara había sido estratégico y recién ahora me daba cuenta. Mi amiga se había encargado de que no me pudiera ver en el espejo. Cuando le pregunté por qué dijo que mi peinado y el resultado final sería una sorpresa.

Emily aseguró todo un lado de mi cabello, como para que uno de mis hombros quedara libre, mientras que sobre el otro cayeran todas las ondas de manera ordenada. Me había aplicado fijador dejando las ondas lo más armadas posibles sin ningún pelo fuera de lugar. Cuando finalmente me permitió verme en un espejo no reconocí a la persona que se mostraba en el reflejo.

—Te lo dije, te ves preciosa Valery —Emily estaba a mi lado, con su cabello lacio y una gran sonrisa en su rostro.

—Esa no puedo ser yo, no me reconozco —Mis ojos verdes estaban brillando y de un gran tamaño mientras analizaba cada detalle.

—Claro que sí.

Emily salió corriendo hacia mi habitación y antes de que me diera cuenta estaba de vuelta con mi chaqueta de cuero negro.

—Póntela.

Su orden había sido clara, por lo que tomé la prenda y la puse sobre mis hombros sin oponerme. Ahora sí parecía un poco más yo. La chaqueta quedaba perfecta con el vestido y el peinado terminaba por convertirse en algo salvaje junto al cuero. Todo era cuestión de percepción. Emily tomó los tacones borra-vino que le había regalado por haber encontrado el vestido perfecto para mí.

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