9: Algo más que solo billar.

912 50 0
                                    

La sonrisa que traía en mis labios era tan grande que en cualquier momento partía mi cara en dos. Ganarle a Hilton se sentía tan bien. Hacía un rato largo que ambos estábamos jugando al billar y los últimos dos partidos se los había ganado. Iba por el tercero. El chico había funcionando a la perfección como distracción en mi cabeza.

—Terminaste siendo buena en esto —Simón sonreía mientras observaba como las bolas se desparramaban con mi último golpe—. Tuviste un gran tutor en esto, sino jamás hubieses conseguido aprender tan rápido.

—El alumno superó al maestro. —Le guiñé un ojo antes de intentar meter otra bola.

—Vamos, cariño, lo tuyo fue suerte del principiante —Había fallado en mi último tiro y él estaba listo para comenzar a meter sus bolas—. No me ganaras por siempre.

—Ya lo veremos, Hilton, ya lo veremos. —Sus ojos se trabaron con los míos mientras golpeaba la bola blanca y hacía entrar una de las suyas en la esquina. Maldito presumido.

Estaba disfrutando realmente de eso. Simón me había permitido ver una parte de él que jamás hubiese esperado que tuviera, me demostró que todo lo que decía era realmente cierto y se dio el lujo de bromear con mis berrinches cuando estaba perdiendo. Su belleza se hacía cada vez mayor cuando mostraba sus modales o dejaba ir algún comentario inteligente que te hacía reír sin poder evitarlo.

El chico era opuesto a toda su familia y ni Ian llegaba a alcanzarlo a pesar de no parecerse en nada a los Hilton. Era refrescante poder hablar de todo y de nada a la vez, de intentar dejar ver algo de mí que me costaba compartir. Sus ojos más de una vez me observaban fijamente desconcertándome por la intriga que veía en ellos. Era como si yo fuera un enigma para él, como si quisiera descubrir cada uno de mis secretos.

—Última vuelta. —Sólo quedaban tres bolas en la mesa. Uno del color que cada uno había elegido y la negra. Tenía que meter ambas en mi turno.

—Mira y aprende. —Sonreí antes de prepararme para ganar el juego.

Tenía la mirada de Simón sobre mí, siguiendo cada uno de mis movimientos. No tardé demasiado embocar la bola rayada que me faltaba pero el problema fue intentar meter la negra. Un error de cálculo me llevó a meter la blanca, haciéndome perder la chance de ganarle.

—Ni se te ocurra decir nada. —Levanté la mirada para encontrarme con una sonrisa burlona en sus labios.

—Sólo te iba a decir que me tocaba. —Se encogió de hombros y comenzó con su tiro.

Una idea se cruzó por mi cabeza mientras veía como su bola restante entraba tan fácil como yo había logrado que la mía lo hiciera. Me acerqué a él, tanto como pude sin que me golpeara con el taco, con la sola intención de ponerlo nervioso o intimidarlo. Sus ojos azules se levantaron, trabándose con mi mirada, creando una extraña conexión entre ambos. No era lo que yo pretendía pero sirvió para que errara su tiro, aunque ese instante había logrado que mi corazón se acelerase.

—Eso fue hacer trampa. —Simón se paró justo en frente de mí, enfrentándome y haciendo que esa extraña conexión que había logrado acelerar mi corazón fuera más fuerte.

—Yo no he hecho nada. —No apartaría la mirada, ni le daría la satisfacción de saber que me sentía bastante intimidada en su presencia. Estaba rogando que el rubor no invadiera mis mejillas dejando ver un poco de mi nerviosismo.

—Vamos, Smith, reconoce que sólo te acercaste con la intención de hacerme errar mi tiro —Simón sonrió mientras daba un paso al frente para acortar las distancias—. Siento el desafío brotar de tu cuerpo, reconoce que no te gusta perder e intentaste jugar sucio.

Lonely Soul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora