58: Una charla de negocios.

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Entre las cosas que tenía que hacer en el día debía comprar el regalo de Simón para su cumpleaños. Había arreglado con Emily para que me acompañara ya que no tenía idea de que regalarle. ¿Qué se le regala a un chico que tiene prácticamente todo? Hacía un par de noches que no volvía a su casa diciendo que era demasiado tarde para regresar, que lo mejor era quedarme en el departamento, cuando la realidad era que había pasado unos días con una extraña sensación que no me dejaba estar tranquila.

Era la primera vez en mucho tiempo, sino en toda mi vida, que me preocupaba por complacer a alguien que no fuera mi misma. Quería que a Simón le gustara mi regalo. Él chico había logrado bajar mi guardia como nadie lo había conseguido, se merecía todas y cada una de las pequeñas cosas que podía hacer por él. Aun cuando no era una persona demasiado demostrativa, debía esforzarme para que él lo notara.

Había logrado borrar parte de mis inseguridades y siempre se había mantenido a mi lado. Cerca de un año que nos conocíamos y no había manera de imaginar que hubiera sido de mi sin él. Me aterraba lo dependiente que me había transformado, sin embargo, había algo que me aseguraba que nunca debía dudar de Simón.

—Valery ¿Te sucede algo? —Simón me observaba desde la puerta de su balcón, estaba sentada en el borde, con las piernas colgadas— Has estado muy rara últimamente.

Era cierto. Mis preocupaciones me había alejado un poco de todos. La única que también lo había notado era Emily. Había deseado que Simón no lo notara pero era demasiado perceptivo y cuando se trataba de mí tenía un radar especial para detectar mis estados de ánimo.

—No, no me pasa nada. Sólo estaba pensando en cosas. —Le hice un gesto para que se sentara a mi lado.

—Dime que no te preocupa lo que dijo mamá —Esa era otra parte de lo que me estaba alterando.

Unos días atrás, Helen me había dicho que tendrían una velada de la "Alta Sociedad" por el cumpleaños de Simón. Eso me puso los nervios de puntas porque no era parte de toda esa gente. Muy tranquila me aseguró que solo debía pasearme por ahí un rato con Simón y que él se encargaría de sacarme de allí en cuanto hubiésemos saludado a todos.

"No hay nada de qué preocuparse.", añadió al final, lo que claramente no me dejo más tranquila. Sabía que era para que los clientes de Oscar vieran a su familia y conocieran a quien posiblemente sería su sucesor.

—Bueno, quizás sea eso —Rodeé mis piernas entre mis brazos y apoye mi mejilla sobre la rodilla—. Mientras no estamos rodeados de gente rica e siento a gusto, pero no sé cómo me sentiré en medio de eso.

—Sabes que me niego a esas cosas, pero tengo que hacerlo por papá —Asentí mientras él me atraía a sus brazos—. No me pienso quedar toda la noche cariño, será sólo un rato. Luego saldremos a divertirnos.

—Me gusta cómo suena eso —Sonreí con el rostro enterrado en su pecho, respirando su delicioso aroma.

El silencio nos rodeó por unos instantes sin que realmente nos importara. Su respiración era pausada mientras que sus manos trazaban pequeños círculos sobre la piel de mis brazos. Esta era nuestra burbuja, solo sostenernos y disfrutar del tiempo compartido.

—Quiero acompañarte a la carrera el día de tu cumpleaños. No importa donde sea, quiero ir contigo. —Había olvidado aclarar un pequeño detalle. Simón aún no sabía que no viajaría.

—No me opondré a eso —Sonreí mientras me alejaba para mirarlo—. Estás más que invitado, me encanta que estés allí.

Ninguno de los dos escuchó cuando la puerta de la habitación se abrió. Pero de un momento al otro, Oscar Hilton estaba parado en la puerta de la terraza observándonos. La seriedad era algo a lo que estaba acostumbrada en él, pero la casi imperceptible sonrisa que tenía en sus labios me había tomado por sorpresa.

Lonely Soul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora