Capítulo 5

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Nunca había sentido que mi alma escapara, que los miedos huyeran y el ruido en mi interior se silenciara. Nunca sentí que alguien se hiciera dueño de mí de la manera como él lo hacía. La forma como me besaba, como tocaba mi cuerpo y se apoderaba de mi razón era escalofriante. No tenía voluntad, no podía decir no... a él no.

Su barba hacía que mi piel ardiera pero me encantaba. Sus besos, su lengua dentro de mi boca, sus manos recorriendo mi piel como si le pertenecía... era perfecto.

Un ruido nos hizo alejarnos, él aun con sus ojos fijos en los míos sonrío de lado y temblé como una niña. Traté de comportarme como la mujer que era y con las hormonas controlándome, tomé su mano y lo invité a entrar a mi habitación. Estaba por cerrar la puerta cuando me abrazó por la espalda, me estremecí al sentir sus besos en mi cuello y una de sus manos sosteniéndome la cintura. Cerré los ojos y me rendí ante ese placer que nadie me había dado con tan poco.

Oh muñeca... amo cuando tiemblas así.

Me sentí avergonzada al oírlo hablarme como si yo fuese una adolescente. Me giré y tomé su boca, mordí sus labios y lo hice gemir. Yo era una mujer, no una niña y él debía saberlo. Mis manos se movieron sobre su pecho y empecé a abrir los botones de su camisa, quería verlo, quería tocarlo y sentirlo. Quería ser una mujer y no la niña que él pensaba que era.

Me dejó quitarle la camisa y cuando acaricie su abdomen malditamente perfecto, él tembló. Me sentí orgullosa mientras seguíamos besándonos como dos locos desesperados. Mis manos recorrieron su duro pecho, y mis uñas delinearon la marca en su abdomen, gimió contra mi boca y sentí satisfecha de poder hacer que él temblara y gimiera como yo lo hacía.

Con un movimiento perfecto, volvió a girarme, sujetó mi cuello con una de sus manos y levantó mi rostro. Tomó mi labio inferior y lo mordió con suavidad, luego lo acarició con la lengua y volvió a morder. Me torturaba y amaba el placer que esta me causaba.

Creo que puedo quitarte una prenda ya que tú hiciste lo mismo —murmuró mordiendo mi ojera. Me empujó con cuidado contra la puerta y sin soltar mi cuello tomó el cierre posterior de mi vestido y empezó a bajarlo, yo volví a temblar—. Me detendré si me lo pides...

Sentí mariposas en mi estómago al oírlo decirme eso. Ante mi silencio, posó sus labios sobre mi hombro y me besó con suavidad. El cierre bajó hasta el final de mi vestido, luego lo empujó de mis hombros para que cayera por completo a mis pies... Liberó mi cuello y se alejó de mí.

Me quedé inmóvil por algunos segundos sintiendo mi piel arder ante su mirada. Cuando lo miré había algo diferente en sus ojos, algo que no era capaz de definir. Mi piel pálida estaba cubierta con un diminuto conjunto de encaje blanco que por su sonrisa creo le había gustado. Sus ojos llegaron hasta mis pechos y mordió la parte interna de su labio.

Eres la mujer más bella que he visto en mi vida.

Quise acercarme pero con un movimiento de sus manos me ordenó que no lo hiciera y yo, aquella a la que le enfurecía que le dieran órdenes... obedecí.

Déjame mirarme un momento... —susurró con una voz tan suave y dulce.— Déjame admirarte... —Se acercó a mí y con los ojos clavados en los míos susurró.— Déjame guardar en mi memoria estar noche... —Levantó su mano y me acarició la mejilla—. La noche en la que por primera vez me enamoré.

Quise reírme de lo que decía pero su rostro estaba tan serio y parecía tan sincero que me asustó. Retomando el control de mi cuerpo tiré de su correa, pero Marcello me detuvo y me sorprendí.

Demente Amor - Los BaccherelliWhere stories live. Discover now