Sophia es una mujer que irradia seguridad, elegancia... belleza y aunque esté más hermosa que nunca, algo cambió en ella y no puedo saber qué es.
Busca dinero para pagar el agua que ha comprado y le regala una sonrisa débil a la vendedora. Sostiene la botella mientras regresa su billetera al bolso colgado en su brazo. No sé si debo alejarme o solo quedarme allí y enfrentarme a esa mirada que llevo seis meses sin sentir.
La observo llevando su bolso hasta su hombro y estoy por ocultarme pero sus ojos se posan en mí más pronto de lo que esperé.
El corazón se me detiene y segundos después hay una explosión en mi interior. Un tipo de fiesta interna en honor a esa mujer que después de seis meses aún sigue siendo dueña de mis emociones.
Sophia deja caer la botella y abre la boca para decir algo pero no logro escuchar nada. Solo estoy ahí, mirándola, admirándola... amándola.
Su mirada triste se torna cálida, quiero pensar que le hace feliz verme pero está tan sorprendida como yo. Su nerviosismo siempre me hizo sentir especial, la forma como su postura arrogante se tambaleaba al verme me hizo sentir que yo tenía algo diferente a los demás.
Me inclino y tomo la botella que ha dejado caer, mis ojos no son capaces de dejar de mirarla y ella ni siquiera pestañea cuando me inclino. Doy un paso más hacia ella y el aroma de su perfume acaba conmigo. Quiero abrazarla y decirle cuánta falta me ha hecho, pero logro controlarme y no volver a lo mismo.
— Hola... —susurro ofreciéndole su botella.
Sophia levanta su mano y la toma, pero sus dedos rozan los míos y todo se va a la mierda. Mi control, mi paz, esa estúpida idea que tenía al pensar que el amor con el tiempo morirá. Mientras esa corriente vuelve a erizarme la piel entiendo que no sucederá, que jamás lograré olvidarla, no importa si está conmigo o no. El amor que siento por ella no tiene la más mínima intención de morir.
Sus ojos se llenan de lágrimas, quiero abrazarla y pedirle que no esté triste, odio cuando está triste.
— Hola —responde con una voz cortada que me detiene el corazón.
Decido dejar de fingir que verla no me ha hecho feliz, doy un paso más para acercarme y soy consciente como su nerviosismo empeora, quiero sonreír y decirle que me siento del mismo modo. Quiero explicarle que planeaba no verla, que estaría dos días en Torino y haría lo posible por cruzarme con ella, pero que el destino no escucha nuestras decisiones y aquí estamos, después de seis meses uno frente al otro.
— Sophia...
La burbuja ridícula que se había formado entre nosotros se revienta cuando escucho la voz del imbécil con el que sale. Él se detiene a mi lado, sé que está mirándome, pero yo no deseo verlo porque sé que lo golpearé por tomar lo que es mío.
No es tuya, ella ya no es tuya.
— Ya están abordando... —agrega el imbécil.
Me giro en mis zapatos sin decir nada más, sin esperar nada más.
El destino es una mierda y cuando quiere golpearte lo hace con todas sus fuerzas. De todas las horas del día, de todos los días de la semana, ella justo tenía que estar aquí en este momento y tenía que restregarme a la cara que ahora está con él.
Me detengo en una esquina y trato de calmar la rabia que estoy sintiendo, las ganas de ir y golpearlo. Intento recuperarme pero me cuesta más de lo que normal, creo que me saldrá fuego por la boca.
— ¡¿Marcello?!
Giro hacia la mujer que ha prenunciado mi nombre. La esposa de Raffaelle está frente a mí y parece tan feliz de verme. Le sonrío intentando ocultar el odio que recorre mi cuerpo.
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Demente Amor - Los Baccherelli
Fiksi RemajaSophia creció en un hogar lleno de gritos y maltratos, un hogar que distorsionó la palabra amor en su corazón y la hizo saber que en un mundo en guerra, las niñas ya no deben esperar por un príncipe. De carácter fuerte, decidida y segura de lo que...