Capítulo 4

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Patricia estaba bebiendo su café y yo tenía el mío enfriándose. Ella hablaba y yo no podía prestarle atención. El día anterior había sido muy extraño, demasiado. Él y yo...

Oh Demonios, él me dio un orgasmo tan delicioso, tan perfecto sin mucho esfuerzo.

Nos besamos y todo fue tan increíble, tan irreal. Bajar a cenar con mi familia después de lo sucedido fue difícil pero él realmente actuó como si nada sucediera. Fue amable y bromeaba con mi hermano. Era difícil que Alessandro se hiciera amigo de alguien tan pronto pero con Marcello había sucedido y me gustaba que fuera así. Mi hermano solo había dejado que Raffaelle fuera cercano, los demás eran conocidos y nada más.

—     Estás extraña —escuché decir a Patty— ¿Qué pasa contigo?

—     No pasa nada —aseguré tomando un sorbo de mi café.

—     Marcello es muy sexy ¿No crees?

—     ¿Qué? —pregunté sin comprender.

—     El nuevo amigo de Alessandro... es muy guapo.

—     Oh... eh... sí, supongo. —Ella sonrío.

—     Algún día llegará alguien que realmente te impresionará.

Ya llegó, quise decirle pero Patricia no era de esas amigas a las que le contaba mis sentimientos o secretos. En realidad no tenía una amiga así.

—     Sara siempre está sobre los nuevos prospectos. —Se quejó Patty—. Desearía que alguno le dijera que no...

Sara era una tonta de la edad de mi hermano. Se hizo mi amiga solo para acercarse a él y cuando el muy idiota la botó como un vestido pasado de moda, la maldita empezó a contar todos los secretos que estúpidamente le había contado. Desde entonces la odiaba con toda mi alma.

—     Los hombres nunca dicen no...—agregué.

—     Tú hermano suele decir no con frecuencia —lamentó la muy tonta.

Quise decirle que no lo hacía, quise recordarle que se había follado a la mayoría de mis amigas y si no lo había hecho con ella era porque la había visto desde niña y tenía cierto remordimiento. Desearía decirle que debe sentirse honrada de ser rechazada porque ser tratada como una puta no la haría feliz.

—     Pensé que Marcello seria la excepción —susurró.

Fruncí el ceño al no entenderla, ella me hizo señas y giré hacia donde ella miraba. Creo que mi sangre se detuvo cuando vi a la estúpida de Sara con sus garras sobre el cuello de Marcello y este le regalaba la más hermosa de las sonrisas.

Sentí como si hubiera bebido ácido y mis entrañas empezaban a quemarse. Juro que jamás en mi vida sentí eso, una mezcla de dolor y odio juntos. Ella y sus largas uñas purpura acariciaban la barba de Marcello y el muy idiota sonreía encantado. Aguantando el dolor que me invadía el alma me puse de pie, tomé mi vaso de café y empecé a alejarme. Escuché a Patty gritando mi nombre pero la ignoré, lo único que quería era largarme de allí.

Antes de que pudiera salir de la cafetería una mano que mi cuerpo empezaba a reconocer me sujetó con firmeza y yo me liberé de inmediato sintiéndome tan asqueada de su contacto. Me giré y lo maté con la mirada. Marcello aún tenía su sonrisa de comercial hasta que supongo notó mi mal humor.   

—     ¿Estás bien? —preguntó el muy descarado.

—     ¡Mejor que nunca!

Demente Amor - Los BaccherelliWhere stories live. Discover now