Capítulo 34

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El alcohol ha adormecido suficiente mi corazón, mi celebro, mi dolor. Todo dentro de mí se ha quedado dormido así que dejo que por lo menos estando ebria la vida no parezca una mierda.

Apenas son las ocho de la noche cuando entro al club de mi hermano que recién ha empezado a llenarse. Es viernes, las personas escapan de la rutina y se permiten disfrutar de un momento despreocupado.

He recibido un mensaje de Patricia, ella y las chicas han venido aquí a celebrar el cumpleaños de Mari Paz y aunque no tenga motivos para celebrar he decidido unirme a ellas y dejar por hoy a un lado toda la mierda que tengo dentro.

—     ¡Sophia! —grita Mari Paz al verme subiendo las escaleras— ¡Llegaste!

Finjo mi mejor sonrisa, esa que he perfeccionado a lo largo de los años. Ella me abraza y yo le entrego su obsequio. Matilde se pone de pie y luego Antonia, saludo a ambas y luego tres hombres extienden su mano hacia mí, ninguno que haya visto antes así que no tengo idea quienes son.

—     Hace mucho que no sales con nosotras —se queja Antonia— pensamos que no vendrías.

Patricia me entrega una copa de vino y se lo agradezco. No quiero recordarle a Antonia que ella y las demás dejaron de agradarme cuando fueron unas perras con Daniela. De Patricia no me he podido alejar porque solemos asistir a los mismos eventos y obras sociales y suele hacer menos aburrida mis asistencias.

Además, desde que mi hermano se casó ella ha dejado de gritar su amor, aunque no estoy segura si lo ha olvidado o no.

—     Ayer vi a Alessandro con su esposa —comenta Patricia, para no perder la costumbre— ¿Cuando nace su bebé?

—     Pronto... esta o la otra semana.

—     Quien iba a pensar que esa... —giro hacia Antonia cuando la escucho referirse a mi cuñada de ese modo, ella me sonríe— olvido su nombre, lo siento —sé que miente pero decido dejarlo pasar— él parece feliz.

—     Lo es —le aseguro poniéndome de pie— Muy feliz.

La música logra distraerme y me alejo un poco del grupo de víboras que solía frecuentar.

—     ¿Estás bien? —pregunta Patricia, giro a ella y asiento— No le hagas caso a Antonia, después que Alessandro nos gritó en el restaurant su antipatía por Daniela se hizo aún más grande.

—     Es una estúpida —agrego sin darle mayor importancia — ¿Quiénes son? —pregunto mirando a los chicos que ríen junto a ellas.

—     Iván, Lucas y Marts... ¿no los recuerdas? —niego de inmediato— fueron a nuestra universidad, Marts e Iván son dentistas, Lucas es abogado.

—     Me encantan los abogados —bromeo, ella sonríe.

—     Sí, lo sé, pero el que te gusta más acaba de entrar...

Mi corazón se detiene y cuando giro el dolor que estaba adormecido se despierta y oprime mi pecho con tanta fuerza que me cuesta respirar.

Me giro en mis zapatos y me acerco a la mesa. Extiendo mi mano hacia Iván y este me mira con una sonrisa coqueta en los labios. Él se pone de pie y toma mi mano, me lleva hasta el centro del salón ubicado en el segundo piso y rodea mi cintura con sus enormes brazos.

—     Los años pasan —susurra Iván— pero tú sigues tan hermosa como siempre...

Escucho el cuchicheo de Matilde y Antonia y gracias a ellas sé que mi chico perfecto está aquí. La música sigue retumbando mis oídos y los movimientos de Iván se hacen más cercanos, quiero empujarlo, pero lo necesito para terminar con todo esto de una buena vez. Iván besa mi cuello y lucho conmigo misma para ocultar mi desagrado.

Demente Amor - Los BaccherelliWhere stories live. Discover now