Me siento tan estúpida, con estás ganas de llorar acumuladas en mi garganta. Quiero regresar, quiero tomar su mano y dejar que me lleve a donde quiera, pero tengo sus palabras dichas en el cementerio tan claras en mi memoria que solo sigo caminando.
Suelto de la mano de Antonio cuando veo a personas que me conocen. Sí, sé que estar de su mano debería hacerme sentir orgullosa. Él es un hombre tan encantador que no puedo sentirme más que complacida de su atención pero en este momento, en este instante solo quiero llegar a casa y poder llorar sola.
— ¿Quién demonios es ese tipo? —pregunta Antonio, otra vez.
— Ya te lo dije... es amigo de mi hermano.
Salgo del club y caminamos hacia la puerta del hotel. Antonio le entrega su llave al portero y este se marcha para buscar su auto.
— Es evidente que tú y ese sujeto tuvieron una relación —Lo miro sin decir nada—. Es evidente que tienen una historia inconclusa... y no pretendo actuar como un novio celoso...
— Porque no eres mi novio —le aclaro, ese comentario le molesta.
— No, solo soy el que te recibe en mi casa cada vez que se te antoja visitarme y de acuerdo, son tus reglas pero me gustaría saber quién es ese tipo para ti.
Es el amor de mi vida, es quien con solo respirar me llena el alma. Es quien tiene mis suspiros, mis anhelos y todos esos sentimientos que jamás podré sentir por nadie más.
— ¡Sophia! —escucho gritar detrás de mí.
Mi corazón enloquece y Antonio por primera vez muestra su mal humor. Se mueve con la intención de ir hacía Marcello pero lo detengo.
— No se te ocurra tocarlo —Le advierto, él me mira sorprendido— Es un asunto entre él y yo.
— ¿Entonces qué demonios hago aquí?
Ni siquiera me había dado cuenta que él sentía algo por mí. No había sido consciente de que estos meses follando habían hecho que él tuviera sentimientos hacía mí y me siento mal de ver que sin querer a él también lo estoy lastimando.
Marcello toma mi mano y la tonta corriente me hace estremecer. Me giro a mirarlo y este ya no parece tan molesto.
— No te vayas con él... —el corazón me duele al escucharlo— Déjame llevarte...
— ¿Por qué?
Marcello no responde, me mira y no dice absolutamente nada. Escucho el sonido del auto de Antonio detenerse junto a nosotros y aunque quisiera quedarme con Marcello decido mantener la poca dignidad que me queda e irme.
— Adiós Marcello —Ni siquiera me he girado pero él vuelve a tomarme de la mano y me hala muy cerca de su cuerpo. El calor de su pecho y el aroma de su perfume acaban conmigo— Déjame ir...
— No puedo —susurra con pesar— Lo intento, pero no puedo.
— ¿Por qué no? Dijiste que...
— Sé lo que dije —Me interrumpe— pero no es lo que siento.
El corazón me duele de lo rápido que late por su culpa, por la forma como actúa, como me mira y con lo que acaba de decir. Quiero preguntarle qué es lo que siente pero me asusta pensar en ello.
— Sophia, vámonos —susurra Antonio detrás de mí.
Vete Sophia, debes irte, aléjate antes que las cosas empeoren.
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Demente Amor - Los Baccherelli
Dla nastolatkówSophia creció en un hogar lleno de gritos y maltratos, un hogar que distorsionó la palabra amor en su corazón y la hizo saber que en un mundo en guerra, las niñas ya no deben esperar por un príncipe. De carácter fuerte, decidida y segura de lo que...