Capítulo 35

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Te persigo te encuentro y me vuelvo a alejar, nos rozamos, me escondo y te olvido. Me despiertan tus brazos viviendo detrás, arañando momentos conmigo.

No me importa la vida que dejo detrás, no hay descanso al andar, no hay consuelo. No me importa si todo es mentira o verdad, solo pierdo las noches por ti.

La música suena con suavidad dentro de la casa, la chimenea está encendida y una copa de vino está servida sobre la pequeña mesa en el salón. Estoy sola desde hace dos días, desde que lo dejé en el club de mi hermano y decidí decirle adiós.

El dolor no se va, la tristeza sigue, me duele el pecho, me duele el corazón... estoy destrozada. Cómo cuando mamá murió, cómo cuando tenía siete años y supe que ella se había marchado. Me siento sola, vacía, siento que no podré superarlo, que este dolor jamás se irá.

He despertado dos días aquí, en ambos he creído que me sentiré mejor, que seré capaz de maquillarme y fingir esa sonrisa que durante años me inventé, pero no lo logro. Al mirarme al espejo veo a una mujer sufriendo, veo el dolor en mis ojos, en mi rostro, en mi cuerpo. Me miro al espejo y siento lástima de mí, de esa mujer que sufre en silencio y no es capaz de saber cómo volverá a ponerse de pie.

Siempre le tuve miedo al amor, a ese sentimiento que te consume, que te llena de felicidad un día y te destroza por semanas. Siempre le tuve miedo, pero con Marcello, el amor no dolía, era suave, era dulce... era perfecto, hasta esa mañana en la que su madre me dio la gran noticias... mi chico tendría un hijo y aunque quiero ser feliz por él, porque sé que lo deseaba, no puedo, no consigo que su felicidad sea suficiente porque esa noticia hace que nuestra historia termine y duele, duele mucho.

La canción cambia y yo tomo la fotografía que nos hicimos con mamá. Alessandro está besando su mejilla y yo estoy abrazada a ella. Daniela está sentada entre sus piernas... fuimos tan felices, pero duró tan poco.

Mi mente se llena de recuerdos de nuestra niñez, de mamá cantándonos, jugando con nosotros. De papá cargando a Alessandro y contándome un cuento. Él tenía muchos planes, quería que viajáramos por el mundo, pensaba en enseñarle a Alessandro a navegar, a conducir una moto. Papá solía decirle que sería el chico más guapo del mundo y que podría elegir una mujer tan hermosa como mamá.

Éramos felices, yo solo tenía cinco años pero éramos felices. Mamá y papá se amaban, nos amaban y nuestra familia era real... o eso pensé. Pero un día las drogas ganaron, papá dejó luchar y los celos lo enloquecieron, dejó de sonreír y mamá solo lloraba, lloraba mucho.

Luego no solo eran sus gritos, empezaron los golpes, golpes que me rompieron por dentro, golpes que recibió mamá y a mí me dolieron.

Los días en el jardín desaparecieron y casi siempre dormía en el armario, en ese donde papá jamás nos encontraba. Mamá había puesto cojines para que no me doliera estar allí tantas horas, Alessandro se quedaba dormido en mis brazos mientras yo temblaba y lloraba en silencio, mientras escucha los gritos de mamá y quería ir a salvarla, pero ese no era mi trabajo, yo tenía que salvar a mi hermano, eso dijo mamá... yo era su hermana mayor y debía protegerlo.

Desde ese momento supe que el amor dolía, que era una mentira, que no duraba mucho y cuando acaba solo habían gritos, golpes... dolor. El amor dolía, el amor lastimaba y durante años lo vi de ese modo, durante años me alejé de ese amor, pero llegó él. Con su sonrisa maravillosa y sus ojos chocolate. Llegó él y el amor me engañó, me dijo que no lastimaba pero sí lo hizo, por mi culpa o la suya pero el amor lastimaba así como está lastimándome, así como está acabando conmigo en este momento.

Tomo mi copa y bebe de ella para intentar que otra noche más adormezca mi dolor y me dejé descansar.

Mi corazón se asusta cuando me doy cuenta que no estoy sola. Limpio mis lágrimas y saco fuerzas de donde no tengo para fingir que estoy bien.

Demente Amor - Los BaccherelliWhere stories live. Discover now