La niña que la había extrañado todos estos años quiso correr a y abrazarse a ella. La mujer que había crecido lejos de su madre no la dejó ser libre y tomó el control de mi cuerpo. El dolor que había sentido cada vez que mi hermano fue abusado, insultado y golpeado, apareció en mis ojos y dejé que el odio que sentía se reflejara en mi mirada.
Me giré y Marcello me miró asustado. Lo hice a un lado y entré a su edificio.
— ¿Muñeca? —Lo ignoré y seguí mi camino hacia el elevador—. ¿Usted es su madre?
— Lo soy —La escuché decir.
Mi rabia se hizo presente y aparecí de nuevo frente a ellos.
— ¿Mi madre? —grité furiosa— ¿Cuál madre?
— Sophia —susurró Marcello pero lo ignoré.
— ¿Cómo puedes decir que eres mi madre? ¡Han pasado casi 20 años señora!
No dijo nada y detrás de ella apareció un hombre y la sostuvo del brazo. El dolor hizo que la niña que observa con amor a su madre terminara de derrumbarse. La observé y me di cuenta que aunque me doliera... debía admitir que todos estos años me había negado a creer esa historia que mi nonna nos contaba una y otra vez, esa en la que mi madre huía con otro hombre importándole una mierda sus hijos.
Me acerqué más a ellos deseando no olvidar ese momento, esa imagen. Marcello me detuvo pero no necesitaba más cercanía, desde donde estaba era suficiente.
— ¿Es él? —Le pregunté—. ¿Es el hombre por el que te importó una mierda tus hijos?
— So...
— ¡No me llames así! Solo mi hermano puede llamarme así... ¡No tú!
— Vamos cariño, creo que no es un buen momento para ella —susurró el sujeto, no pude evitar burlarme de la forma tan amorosa como él le hablaba.
— ¿Eres el doctor por el que nos abandonó? —él con mala cara giró hacia mí, ella parecía avergonzada... él en cambio me miró molesto.
— Sí, soy doctor pero no soy quien crees...
— Estoy segura que sí... mi abuela me habló mucho de ti.
— ¡Tú abuela es una...!—El odio que vi en la mirada del hombre me sorprendió.
— ¡No! —gritó Soledad interrumpiéndolo— Vámonos...
— ¡Sí... lárguense! Desaparezcan como lo hicieron — grité acercándome más a ellos, Marcello me detuvo con todas sus fuerzas—. ¡Lárguense y no vuelvan! —Ella tiró de la mano del hombre pero él no dejaba de mirarme—. ¡Vayan y disfruten del dinero que heredaste de mi padre!
Lo vi soltando la mano Soledad y caminó hacia mí. Marcello de forma protectora se adelantó y cubrió mi cuerpo con el suyo pero el hombre ni siquiera lo miró, su atención estaba puesta en mí
— Ignacio, por favor —susurró Soledad entre lágrimas, pero él la ignoró. Hice a un lado a Marcello pero cuando traté de acercarme al sujeto, mi novio de nuevo me detuvo—. Por favor, no lo hagas.
— ¿Qué no quieres que haga? —pregunté molesta.— ¿Qué es lo que quieres decirme? — grité—. ¿Qué mentira vas a inventar?
— ¿Mentiras?— preguntó el sujeto—. Mentiras las que te han contado desde niña... ¡mentiras las que cuenta Rita Baccherelli!
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Demente Amor - Los Baccherelli
Ficção AdolescenteSophia creció en un hogar lleno de gritos y maltratos, un hogar que distorsionó la palabra amor en su corazón y la hizo saber que en un mundo en guerra, las niñas ya no deben esperar por un príncipe. De carácter fuerte, decidida y segura de lo que...