Capítulo 7

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El agua caía sobre mi cuerpo mientras el jabón limpiaba mi piel. La música se escuchaba desde mi habitación en donde Marcello se encontraba  vistiéndose. Quisiera describir como me sentía pero me era imposible hacerlo. Lo único que tenía claro era que algo en mí se había quebrado y me aterraba enfrentarme al mundo del que llevaba tantos años escondiéndome.

Tener sexo casual siempre fue fácil, no había que recordarlo, no tenía que enfrentar al hombre que se había adueñado de mi cuerpo por unos minutos. Yo era quien criticaba a mi hermano por la forma como se comportaba con las mujeres pero entre nosotros no había mucha diferencia, ambos teníamos sexo, solo sexo y no esperábamos más... pero cuando menos lo esperas recibes más y ese más es lo que me tenía alucinando.

Mi cuerpo estaba en paz, el vacío dentro de mi pecho se había llenado un poco y lo único que podía recordar era esa promesa que Marcello me había hecho justo antes de terminar... no voy a lastimarte, solo voy a amarte, fue lo que dijo y yo... yo le creí.

Los gritos que siempre aparecían en mi memoria, también estaban en silencio. La noche anterior había dormido con él y por primera vez en muchos años, no había soñado con mamá gritando, no soñé con mi padre golpeándola... ni intentando violarme una y otra vez.

Las lágrimas cayeron por mis mejillas y se confundían con el agua que limpiaba mi piel. Una piel que por primera vez no se sintió sucia, una piel que se sentía suave, limpia... suya.

Limpié mis lágrimas y cerré la llave del agua. Tomé una toalla y cuando estaba por secarme, Marcello apareció por mi puerta.... Mi corazón saltó al verlo usando de nuevo ese traje elegante y se detuvo cuando me regaló una sonrisa dulce.

—     Prendi la mano e rialzati (toma mi mano y levántate—cantó extendiendo su mano hacia mí— Tu puoi fidarti di me (tú puedes confiar en mí) Io sono uno qualunque (soy un tipo cualquiera) uno dei tanti uguale a te...(uno de tantos iguales a ti)dio un paso hacia mí y levantó su mano para acariciar mi cabello humedo — Ma che splendore che sei... (pero qué gloriosa eres) Nella tua fragilità (en tu fragilidad) e ti ricordo che non siamo soli...(y te recuerdo que no estamos solos) a combattere questa realtà (para combatir esta realidad)

Marcello estaba allí, en mi habitación, en mi baño... en mi vida y era tan extraño tenerlo allí. Más porque la forma como me miraba me hacía sentir diferente. Habíamos tenido sexo y fue genial... el mejor de todos y aún él me miraba con admiración, como si no me hubiera visto desnuda antes, aún había en sus ojos esa chispa de interés y encanto hacia mí.

Tomó la toalla que sostenía en mis manos, la puso sobre mi cabeza y empezó a secar mi cabello. Se acercó a mí y volvió a besarme mientras yo temblaba de miedo ante todo lo que sentía por su culpa.

—     Me preocupa tu silencio. —Me susurró—. ¿Estás bien?

No podía responderle, sus atenciones me tenían conmovida. Terminó de secar mi cabello y puso la toalla en mi espalda, se acercó más a mí y deslizó la tela sobre mi cuerpo eliminando la humedad de este.

—     ¿En qué estás pensando, Sophia?

—     En que eres demasiado perfecto para ser real...

Marcello no sonrió, me envolvió en la toalla y luego acarició mi mejilla.

—     Si de algo te sirve, me siento igual respeto a ti. —Se inclinó y besó mi nariz—. No quiero que esto acabe nunca, quiero mil días como este, mil noches durmiendo a tu lado y eso... eso nunca me había pasado con otra mujer.

Demente Amor - Los BaccherelliWhere stories live. Discover now